Ecocidio: zona lacustre
EL ECONOMISTA
30 Junio, 2013 - 22:38
Carlos Requena
 La ciudad de México enfrenta un enorme compromiso histórico con   sus antepasados, quienes se establecieron en una zona geográfica privilegiada   atendiendo a inmejorables condiciones ambientales, como fue la riqueza natural   lacustre. Humedales y chinampas que distinguieron a Xochimilco y a Tláhuac desde   la época precolonial y hasta hace varios años.
    Pero esos lugares hoy están en peligro de extinción por la incontrolable   contaminación de canales acuíferos y cambios en el uso del suelo.
    Por zona lacustre nos referimos al último reducto de canales de agua y   su vegetación en lo que queda de aquellos lagos admirados por los españoles durante la   conquista.
    La urbanización está cambiando la vocación de la tierra debido a la   alta salinidad de las descargas domésticas, volviendo improductivo el suelo   chinampero o porción de tierra rodeada de canales. Se estima que en Xochimilco y   Tláhuac existen 40,000 chinampas, pero más de la mitad está convertida en zona   de viviendas, bodegas, canchas de futbol rápido, espacios para fiestas, basureros o baldíos.
       Es terrible el impacto por la pérdida irreparable de zonas ambientales. El   ecocidio se agrava por las aguas residuales descargadas a los canales de la zona   chinampera. San Gregorio Atlapulco y San Luis Tlaxialtemalco, en Xochimilco,   cuyos territorios colindan con la zona turística, tampoco escapan a esta   creciente contaminación.
  Por fortuna se ha iniciado un censo de chinampas para conocer sus condiciones   reales y la magnitud de sus daños. La superficie del suelo de conservación de   Xochimilco es de 3,866 hectáreas y en Tláhuac alcanza 3,558 hectáreas. Ésta es   la enorme dimensión del rescate y limpieza necesaria. 
  El Gobierno del Distrito Federal promovió en Xochimilco, Tláhuac y Milpa Alta   la creación de la Zona Patrimonial Mundial Natural y Cultural de la Humanidad,   atendida por el antropólogo Gustavo Cabrera, quien intenta impulsar estrategias   sociales, culturales, económicas y ambientales para superar el problema.
  Incluso, las autoridades han solicitado apoyo del Programa Universitario de   Medio Ambiente y del Instituto de Biología de la UNAM, para desarrollar estudios   de biodiversidad y calidad del agua de la región.
  Estos diagnósticos medirán el severo impacto ambiental para estimar costos y   tiempos de restauración de la zona lacustre. De diseñar hoy un plan maestro de   conservación, se requerirán por lo menos 10 años de enorme trabajo   sistemático.
  Rescate: última llamada
  Urge implementar modelos de inversión y un plan integral para que las   chinampas no cambien su uso de suelo. Al parecer, se proyecta instaurar un fondo   en favor del suelo chinampero para que la tierra no se abandone ni se venda o   rente, sino se cultive o mantenga como área verde, pagándole una   contraprestación económica al propietario por concepto de servicios   ambientales.
  El titánico rescate necesita nuevos marcos normativos y una efectiva cultura   de la legalidad que garanticen el cumplimiento de leyes diversas para proteger   estas zonas de altísimo valor histórico, ambiental, turístico, alimentario y   cultural para la sustentabilidad de la ciudad.
  Seguir perdiendo tierra captadora de agua de lluvia, impidiendo su sana   filtración al subsuelo, no es opción. Confiemos en el Gabinete de Desarrollo   Rural, Ambiental y Económico del Distrito Federal para lograr el rescate.
  Twitter: @requena_cr
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