¡No al urbanismo desarrollista! ¡No al proyecto de Programa General de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México!
La reunión de trabajo del 6 de noviembre en el Colegio de Arquitectos, convocada por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda, unificó a los representantes de auténticas organizaciones vecinales y cívicas de la Ciudad de México, en el rechazo total a las bases de la consulta del proyecto de Programa General de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México, PGDU, y al contenido del mismo. La enorme inconformidad ciudadana acumulada en los últimos cinco años, por los aberrantes cambios en el uso del suelo y la construcción de grandes obras, añadida a la muy discutible legalidad y oportunidad de la consulta del proyecto y a su peligroso contenido, hicieron explotar la indignación de los vecinos presentes. Como no se había visto hace mucho tiempo, los defensores de la ciudad unieron sus voces para repudiar la maniobra gubernamental que pretende legitimar cambios urbanísticos sumamente nocivos para la convivencia vecinal y la integridad de los Bienes Comunes: aire, agua, suelos, bosques, barrancas, ríos, arroyos, humedales, parques, jardines, áreas verdes, monumentos, edificios históricos; calles, barrios, colonias, con valor histórico, tradicional o arquitectónico.
El coordinador de Desarrollo y Administración Urbana de SEDUVI, Raúl González Martínez, trató infructuosamente de defender la legalidad y la oportunidad de la consulta del proyecto. Habló de compatibilizar este programa con otros programas de desarrollo urbano (metropolitanos) y ordenamiento ecológico. ¿Qué sucede si las opiniones de los vecinos de las colonias del DF son incompatibles con las opiniones de los vecinos de los municipios del estado de México o con los pobladores rurales del DF? ¿Qué sucede con los resultados de los intensos debates del CONDUSE en 2008-2009, incompatibles con este proyecto? ¿Qué sucede con las conclusiones de las consultas, invariablemente alteradas al gusto de los funcionarios de la SEDUVI? ¿Qué sucede con los cambios de última hora al PGDU en la ALDF, incompatibles con las opiniones consensuadas en las consultas? Mientras más trataban los funcionarios de aclarar los procedimientos de la consulta del proyecto y su aprobación, mayor inquietud despertaban entre los asistentes. Los arquitectos presentes exigían solemnidad académica a los visitantes, con el propósito de defender la inaceptable violencia contra los vecinos contenida en la consulta y en el proyecto mismo. El deplorable historial del CAM-SAM, como instrumento al servicio del gobierno del DF, conocido por la mayoría de los presentes, no ayudaba distender la atmosfera de irritación en esta reunión. No obstante, los vecinos aguantaron con paciencia muchas largas presentaciones y explicaciones de los funcionarios de la SEDUVI, maniobras e imposiciones de los moderadores de la reunión e inclusive rollos magistrales de algunos arquitectos en el respetable público. Sin embargo, en muchos momentos de la reunión se hacía obligada la interpelación en voz alta por la torpe actuación de los moderadores. Las interpelaciones acabaron por reventar la reunión después de unas dos horas.
La asesora del Secretario Felipe Leal, Laura Janka Zires, presentó una síntesis de lo que busca este proyecto de PGDU que abunda en objetivos urbanos ecologistas recuperados por el gobierno y convertidos en chatarra conceptual, como la sustentabilidad, la compactación de la ciudad, la movilidad sustentable, el espacio urbano abierto, la convivencia, y en conceptos tecnocráticos, como los Eco bulevares, los Parque Lineares, las Articulaciones, las Puertas de la Ciudad, los Nodos Viales, los Faros, las UGAs, los Límites activos, y muchas otras barbaridades engañabobos concebidas por la mercadotecnia habitual en arquitectos vendedores de megaproyectos. Como lo manifestó uno de los vecinos indignados, la asesora expuso las ideas que aprendió en la Universidad de Urbanismo de Walt Disney. El fondo del proyecto que nos presentaron consiste en una tentativa para conjurar el cambio urbanístico que requiere urgentemente la Ciudad de México. Se quiere evitar a todo trance el necesario abandono del viejo y calamitoso desarrollo urbano cuyos conceptos (torres, pasos a desnivel, distribuidores viales, segundos pisos, líneas de Metro, Trenes suburbanos, megaproyectos de diversión, comercio, educación, hospitalarios, zonificaciones, transferencias de potencialidad, ordenamientos, articulaciones, corredores urbanos), obligan a los trabajadores dedicar más de cuatro horas al transporte cotidiano( vivir para transportarse); provocan un continuo desplazamiento de los usos del suelo (todo cada día más lejos);impulsan la deportación de los vecinos del centro a la periferia de la megalópolis(pendularidad en aumento); mantienen altísimos niveles de accidentalidad en la vía pública(una guerra de baja intensidad) y de enfermedad y muerte por la contaminación del aire (vivir con poco oxigeno); disparan la inseguridad( producción de tierra de nadie), invaden y aniquilan los campos de cultivo y los bosques periurbanos (crecimiento cancerígeno de la mancha urbana); fomentan el ruido y la contaminación visual; introducen una fealdad intolerable y hace un infierno la vida en esta ciudad, entre otras calamidades. El desarrollismo urbano no sólo destruyó a la vieja ciudad de México y a los viejos pueblos del DF, también impide en estos días la reducción de los riesgos excesivos de catástrofe "natural" (creada por el Estado), la humanización de la ciudad y la conservación de los Bienes Comunes en este territorio. Las infraestructuras construidas en los últimos cuatro años: las Supervías, líneas del Metro con terminales en campos de cultivo (Tlahuac), segundos pisos en el periférico, torres de 60 pisos en el pueblito de Xoco, los deprimidos en el poniente y los gigantescos centros de espectáculos en Azcapotzalco, comparten con este proyecto de PDDU y con las viejas infraestructuras construidas en los últimos 60 años la misma intención: mercantilizar las riquezas de la ciudad para el único beneficio de grandes empresarios. Se intenta salvar los conceptos urbanísticos del caduco y putrefacto desarrollo urbano que tanto dinero ha dado a los grandes empresarios, por medio de vestidos nuevos, pintados de verde: compactación, sustentabilidad, recuperación del espacio urbano. Aunque el esperpento desarrollista se vista de seda el esperpento desarrollista se queda.
El proyecto de PGDU, revela una visión urbanística retrógrada: centralizadora, concentradora de funciones, anuladora de la creatividad local que ignora la existencia de 16 delegados elegidos por los vecinos y que pretende intervenir en exceso en la vida de las al menos 10 ciudades no reconocidas que palpitan en el seno de eso que abusivamente se llama Ciudad de México. Se quiere asfixiar la identidad ecológica e histórica de las demarcaciones, por medio de grandes infraestructuras que como metástasis de un cáncer urbanístico matan la vida de los viejos barrios y colonias. Se quiere imponer la uniformidad industrial en la urbanización de todos los rincones de la megalópolis, con el fin de ponerla al servicio de los grandes inversionistas internacionales y nacionales (competitividad, mundialización), lo que contradice los propósitos de sustentabilidad y compactación. Se pretende revertir los avances en autonomía delegacional conseguidos en los 90. No hay manera de compactar la ciudad de México por medio de infraestructuras que favorecen el uso excesivo del automóvil y el transporte urbano (torres, vías rápidas, líneas de grandes colectivos radiales, megaproyectos de equipamiento urbano); no hay manera de compactar una ciudad por medio del gigantismo, la conglomeración, la verticalización, la tercerización, la uniformización.
El contenido del proyecto de PGDU es totalmente inaceptable porque pretende engañar a los ciudadanos con objetivos imposibles de conseguir por medio de los conceptos urbanísticos que se proponen. Es una tentativa de atraco histórico a los vecinos de la Ciudad de México promovido por entidades del gobierno del DF (SEDUVI, Secretaría del Medio Ambiente) que se han caracterizado por la autorización de obras, programas y leyes enemigas de los vecinos; por su desprecio por la ley, los vecinos y los Bienes Comunes; por su escandalosa corrupción que estructura desde hace algunos años un contubernio público-privado, con los grandes empresarios inmobiliarios y de la construcción.
¡No al urbanismo desarrollista! ¡No al proyecto de Programa General de Desarrollo Urbano de la Ciudad de México!
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ECOMUNIDADES
Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México
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