Desafiante, provocador, amenazante, Calderón insiste, como el acorralado Muamar Gadafi, que tiene la razón, la ley y la fuerza de su lado: su razón (poca), su ley (pobre) y desde luego, la (gran) fuerza que le da el poderío del gobierno de EUA, de las televisoras y del ejército y la armada. Como Gadafi, el acorralado Calderón está dispuesto a intensificar las matanzas para salir "vencedor" de esta encrucijada política. Educado en el "pensamiento único" de los neoliberales, como Salinas de Gortari, no ve ni oye a sus criticos; se rodea de sus "razones" y de sus "poderes", aunque Roma arde por sus decisiones. La sensibilidad política no está en el gobierno mexicano, ni en los partidos; está en los de abajo, en los pueblos. Los "terceros afectados" por esta guerra, los ciudadanos pacíficos, estamos ahora ante una mayor amenaza al final de este sexenio. Paradoja histórica, Calderón resultó una verdadera "calamidad para México". Hay que insistir en sacar al ejército de las calles, ya ha demostrado ser peor remedio que la enfermedad. Urge un cambio en la relaciones de México con EUA. No debemos soportar más guerras impuestas por el gobierno de EUA. El gadafato de Calderón puede derivar en un uribiato colombiano peñanietista y/ o en una franca ocupación de nuestro territorio por un conjunto de fuerzas expedicionarias de EUA.
-- Miguel Valencia
ECOMUNIDADES
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