LA DISPUTA MUNDIAL POR LA ENERGÍA Primera Parte
Mayo 2011
El accidente de Fukushima ha sumido en una gran frustración y perplejidad a los
gobiernos ricos y poderosos y a muchos científicos y profesionistas igualmente ávidos
de poder y dinero, pues ha quedado demostrado que la energía nuclear está muy
lejos de ser la maravilla que han pregonado en los últimos años: una energía limpia,
segura y barata; se comprueba, una vez más, que la energía nuclear es híper
contaminante, híper riesgosa e híper costosa, por lo que se consolida como la peor
alternativa al carbón- la forma más sucia de obtener energía- y a los hidrocarburos (
gas, petróleo) que- hay que reconocerlo- son colosales productores de gases de
efecto invernadero(GEI), demasiado contaminantes y cada día más caros. Alemania, el
país con mayor educación ambiental en el mundo, abandona la energía nuclear y
Japón frena su expansión nuclear. Se confirma que el costo de una planta nuclear
limpia y segura es infinito.
La extracción de carbón implica desde una minería extremadamente peligrosa,
intolerable, como la de Coahuila (Comisión Federal de Electricidad), hasta destazar y
nivelar montañas como sucede en los Apalaches en EUA; la quema de carbón libera al
ambiente venenos como el SO2, el mercurio, el arsénico que matan a decenas de miles
de personas cada año por la abominable operación de las plantas de generación
eléctrica con carbón; esta quema de carbón es la principal fuente individual creada
por el hombre de gases de efecto invernadero (GEI) que alteran el clima de la Tierra.
No obstante, en EUA se ha lanzado todo un programa en gran escala (editorial
Scholastic) para educar a los niños en los "beneficios del carbón"; en el "carbón
limpio". Pero, las protestas de las comunidades, habitualmente de gente de color o
migrantes, cercanas a las plantas de generación eléctrica con carbón, van en aumento
por la evidencia científica de su muy alta nocividad.
Por otra parte, urge abandonar el consumo de gas y petróleo en el menor tiempo
posible, para evitar devastadoras crisis políticas y económicas. La energía nuclear no
puede ser, entonces, una alternativa frente al desastre climático, el fin del petróleo
barato y la quema de carbón. Tampoco lo son las hidroeléctricas y los
agrocombustibles que tienen enormes efectos contraproducentes. Las hidroeléctricas
destruyen la ecología de las cuencas, provocan el aniquilamiento de cientos de
comunidades cada año, con el consecuente deterioro del tejido social y crean enormes
riesgos de desastre. Los agrocombustibles no sólo representan un gran atentado
contra los bosques y selvas (extinción masiva de especies) y la alimentación de los más
pobres sino que fomentan el despilfarro energético y la producción de GEI.
Esta situación ha generado una gran euforia entre los promotores de las energías
renovables (solar, eólica, biomasa), en tanto cuentan ahora con perspectivas muy
promisorias de aceptación social, a pesar de que no podrán sustituir los consumos
energéticos excesivos (energía producida por peso y volumen de combustible líquido)
que ofrecen los hidrocarburos, fundamento de las modernas sociedades de
crecimiento y de su dependencia de la contaminante y antisocial tecnología verde
(industrial).
Los grandes consumidores de energía en el mundo sufren inenarrables agonías ante la
perspectiva de limitaciones a su creciente consumo energético. Las exigencias cada día
mayores en la reducción de emisiones de carbono en la generación de electricidad, en
la agricultura, en la industria y en los transportes(gases efecto invernadero, GEI:
desastre climático), el agotamiento de los hidrocarburos baratos ( planes de
extracción petrolera en el Ártico, a grandes profundidades, en costas protegidas;
extracciones de muy alto impacto ambiental: arenas bituminosas: tar sands, fracking:
shale gas), y el fracaso de la energía nuclear, como alternativa a los hidrocarburos,
han provocado una crisis energética mundial; una guerra mundial por los energéticos
que obliga a los gobiernos poderosos y a las transnacionales a enfrentar muy
peligrosas decisiones en los próximos años. Nunca han encontrado grandes ventajas
en el uso de las renovables, que no ayudan a sus ambiciones políticas y económicas
(crecimiento económico) por lo que se niegan rotundamente a abandonar el consumo
de carbón, hidrocarburos y la energía nuclear, aunque con ello lleguen a provocar
una catástrofe nuclear o un desastre climático apocalíptico, en las próximos años.
El fracaso de las cumbres climáticas de las Naciones Unidas: la COP-15 de Copenhague
y la COP-16 de Cancún, tienen en gran parte su origen en el rotundo rechazo de los
gobiernos ricos y poderosos a considerar un mundo de severas limitaciones en el
consumo energético; a un mundo de bajo consumo energético, virtualmente sin
aviones, trenes rápidos, automóviles, carnes, alimentos importados, casas y edificios
nuevos, tubos y bombas, focos, papel, plásticos en abundancia. Para engañar al
mundo algunos años, los gobiernos ricos y poderosos han lanzado en Cancún 2010,
los programas REDD+, los nuevos Mecanismos de Desarrollo Limpio,(MDL), el Fondo
Climático Verde (CGF) que servirá para sobornar y chantajear a países empobrecidos,
científicos, ONG, organizaciones y movimientos locales con relación a programas para
enfrentar el desastre climático.
La demencial competencia por el crecimiento económico de las últimas décadas ha
provocado la aparición de un conjunto ominoso de crisis mundiales – crisis ecológica,
crisis climática, crisis energética, crisis alimentaria, crisis social, crisis cultural, crisis
financiera, crisis económica- que alimentan una peligrosa crisis del sistema político
mundial que engendra y desencadena acciones militares cada día mas insidiosas
(guerras regionales, contra el narcotráfico o el terrorismo, virales, financieras,
bacteriológicas, alimentarias, climáticas). Las potencias militares del mundo,
principalmente EUA y la UE, se debilitan por la falta de energía barata (crisis financiera
de 2008); la economía mundial también se frena por los asuntos energéticos, por el fin
del petróleo barato. La crisis del sistema político mundial abre la puerta a cambios
muy profundos que no deben hacerse sin la participación informada de los pueblos y
comunidades.
El crecimiento económico se confirma otra vez como la mayor fuerza destructiva
sobre la Tierra. Las ilusiones creadas por el progreso y el desarrollo se revelan como
fantasías históricas creadas por los ricos para explotar a los pobres, por medio de un
creciente consumo energético. La ciencia y la tecnología, ahora fusionadas en
tecnociencia (apoyada por el Estado y el Mercado), contribuyen al agravamiento de
estas crisis, por su estrecha relación con la promoción del crecimiento económico y del
creciente consumo energético. La tecnociencia ha estado íntimamente ligada a la
difusión de las fantasías atribuidas a la energía nuclear, al "carbón limpio", al fracking,
a la extracción de petróleo a grandes profundidades, a los agrocombustibles, así
como a las manipulaciones genéticas OGM, a la nanotecnología y a la geoingeniería,
tecnologías de riesgo excesivo, ampliamente denunciadas por científicos y tecnólogos
responsables.
Frente a la crisis energética producida por las olimpiadas mundiales del crecimiento
económico del ultimo medio siglo, los gobiernos ricos y poderosos, los grandes
representantes de la tecnociencia y las grandes patronales han preconizado la
eficiencia energética o ecoeficiencia ( esa gran ficción llamada desarrollo sustentable)
como solución a esta crisis, no obstante, esta política energética no ha dado resultado
significativo alguno debido a que los ahorros conseguidos por las nuevas tecnologías
se nulifican rápidamente por el aumento en el consumo de las mismas (paradoja de
Jevons). En el infierno del crecimiento, como lo señala Francois Schneider citado por
Serge Latouche (Le pari de la decroissance), el tren TGV va mas rápido, entonces, se
viaja mas lejos y con mayor frecuencia. La casa está mejor aislada, se ahorra dinero, se
compra entonces un segundo auto. Los focos ahorradores gastan menos electricidad,
se les deja mayor tiempo prendidos. El internet desmaterializa el acceso a la
información, se imprime más papel. Hay más vías rápidas, el tráfico aumenta…
Los gobiernos ricos y poderosos(Al Gore, Obama, Merkel), los grandes
representantes de la tecnociencia (Hansen, Lovelock, Molina) y las grandes
patronales (Bildenberg, Foro de Davos, Banco Mundial, FMI, OCDE, Concamin) carecen
de propuestas que realmente sirvan para enfrentar con ventaja el desastre climático y
el fin del petróleo barato; para enfrentar con provecho la crisis energética. El
desconcierto de los gobiernos ricos y poderosos por los retos que impone el desastre
climático que cada año devora más puntos del Producto Interno Bruto (PIB); por la
decadencia de los pozos petroleros tradicionales (Arabia Saudita, Irak, Irán, Rusia,
Venezuela, México, Nigeria) que implica precios cada año mayores del gas y el
petróleo; por el fracaso de la energía nuclear; por las reclamaciones cada día mayores
de los pueblos originarios y comunidades afectadas por las plantas nucleares, las minas
y extracciones de carbón y plantas de generación eléctrica con carbón; las extracciones
petroleras, de arenas bituminosas, fracking; las presas hidroeléctricas, los
monocultivos de caña de azúcar y otras plantaciones para producir etanol, las
instalaciones gigantescas de solares, eólicas y otras.
Las energías renovables, tan glorificadas por los ambientalistas, medran y sirven
ahora de sostén al declinante sistema político mundial, por su aplicación en consumos
energéticos marginales, con muy importantes daños sociales y ambientales, pues han
quedado en buena parte bajo el control de poderosas transnacionales. Las energías
renovables juegan un papel ambiguo sino es que reaccionario: ayudan a conservar el
crecimiento del consumo energético y del crecimiento económico; fortalecen la
ilusión de que la tecnociencia (el Estado y el Mercado) puede resolver con tecnología
de reparación (tecnofix) los predicamentos del desastre climático y el fin del petróleo
barato. Las energías renovables no sólo culminan (se convierten en mito, fantasía o
leyenda urbana) el espectro de opciones energéticas recomendadas por los
ambientalistas, y también por los gobiernos que se dicen interesados en la defensa del
medio ambiente. En las energías renovables concluyen las propuestas "positivas",
"ofertistas", "propositivas" o "constructivas", convencionales, en los asuntos del
desastre climático y el fin del petróleo barato; propuestas que habitualmente ignoran
las opciones espirituales, filosóficas o culturales que tienen mucho mayor potencia.
Miguel Valencia
ECOMUNIDADES
Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México