La falsa promesa de la eficiencia energética y una verdadera alternativa
Don Fitz
Znet
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Una acción puede tener efectos opuestos, dependiendo de sus contextos sociales. Un individuo aislado que protesta contra la política de
la compañía negándose a ir a trabajar podría ser despedido y convertirse en un ejemplo utilizado para intimidar a otros. Cuando toda una
fuerza laboral no va al trabajo, se habla de una "huelga" y tiene una excelente posibilidad de obligar a la compañía a cambiar su política.
Por positivas que puedan ser para amigos y familiares, las formas de vida no-violentas no impiden que se libren guerras. Pero una
sociedad que elimina el control corporativo de la economía se libera de la necesidad de expansión y da un paso enorme hacia la no-
violencia. En este contexto, las formas de vida no-violentas solidifican las políticas globales no-violentas
Y esto es aún más así con la "eficiencia energética" Es imposible que las decisiones individuales de comprar productos eficientes en el
consumo de energía tengan algún efecto positivo en el cambio climático. Pero, en una economía dirigida democráticamente, la eficiencia
energética sería una piedra angular en la resolución del legado catastrófico de la producción con fines de lucro.
La eficiencia energética no es la reducción del consumo de energía. Es así a pesar de las afirmaciones de empresas `verdes´, Al Gore, y
Amory Lovins de que es la mejor manera de reducir el uso de carbón, petróleo, gas y plantas nucleares. Sacaos esa idea de la mente por
un par de minutos y el sentido común dejará en claro el motivo por el cual la eficiencia no produce los resultados esperados.
Si se quiere reducir el uso de algo (incluida la energía) ¿cuál es la primera idea que viene a la mente? La mayoría de la gente dice:
"aumenten los precios." Si algo cuesta más, la gente usa menos. Si el precio de la gasolina aumenta a 5 dólares por galón, la gente
conduce menos.
Si los precios bajan, el uso aumenta.
El otro lado de la moneda es: Si se quiere que la gente compre más de algo, hay que reducir el precio. Los negocios anuncian
liquidaciones porque así los clientes compran más.
La eficiencia energética es como liquidar energía. Si se aísla la casa, si se compra un coche de consumo eficiente, o si se compra un
electrodoméstico que funciona con menos energía, los costes de energía bajan. Cuesta menos usar energía. Tal como si la energía cuesta
más, la gente usará menos, al hacer que cueste menos (o sea más eficiente) se lleva a la expectativa de que la gente usará más.
Sólo llegamos a creer en algo que viola el sentido común económico porque se nos dice una y otra vez que la eficiencia energética lleva a
menos uso de energía. Si una casa es más eficiente desde el punto de vista energético, es tentador aumentar la temperatura hasta 22-
24 grados (en lugar de bajarla a 16-18 grados). Si los coches tienen estándares más estrictos de consumo de combustible, hay que
contar con que los automovilistas comprarán más equivalentes de todo terreno y los conducirán más kilómetros. La eficiencia del
combustible puede ser el toque de difuntos para el tránsito de masas - hay que esperar que el CO2 se derrame de las compañías de
cemento que traten de suministrar carreteras ensanchadas por la llegada de más coches de consumo eficiente.
Los productos diseñados para la eficiencia energética son como energía a bajo coste con esteroides. Primero, la gente usa más el
producto porque es más barato. Segundo, una vez que la gente ha gastado dinero en un producto, la mejor manera de aprovechar su
inversión es utilizarlo lo más posible. Nadie compra algo para `no´ utilizarlo. La eficiencia tiende a resultar en que el uso de energía suba
en lugar de bajar.
Este "efecto de rebote" ya se observó en 1865 cuando Stanley Jevons escribió "The Coal Question". Nuevas técnicas industriales
significaban que se necesitaba sólo un tercio de la cantidad necesaria para producir una tonelada de hierro. Lejos de reducir la cantidad
de carbón utilizada, los nuevos métodos fueron seguidos por una decuplicación durante 1860-1863 en el País de Gales. [1]
En 1980, Danile Khazoom y Len Brookes estudiaron una serie de mejoras tecnológicas y confirmaron que durante el siglo anterior los
aumentos en eficiencia fueron seguidos por un aumento en el uso de energía. [2] Diversamente conocidos como las "Paradojas Jevons" y
el "Postulado Khazoom-Brookes," estos conceptos son bien conocidos por los escritores sobre energía, pero guardados en el armario por
los propugnadores de la eficiencia.
Ted Trainer subraya que si la gente evita cuidadosamente el uso de sus artefactos eficientes en energía, utilizará todo el dinero que
ahorre para comprar otra cosa, lo que entonces lleva al uso de energía durante la producción y consumo del otro producto. [3] Jeff
Dardozzi amplía ese razonamiento, señalando que si, en lugar de comprar más cosas, la gente coloca su dinero ahorrado por la energía
en el banco, simplemente lleva a que los fondos ahorrados sean prestados a otros que inician negocios o hacen compras, alimentando
así el ciclo de aumento de la energía por una vía indirecta. [4]
Pat Murphy tiene un análisis particularmente claro de cómo el proceso funciona en los hogares estadounidenses, que se han hecho
continuamente más eficientes en energía durante décadas. Las casas más nuevas utilizan menos kilocalorías por metro cuadrado, pero la
cantidad de metros cuadrados por persona en una casa de 2007 fue de cerca de tres veces lo que había sido en 1950. "Por lo tanto, las
mejoras en la eficiencia de edificios no han suministrado ahorros significativos de energía porque, a medida que agregamos
características de eficiencia, hacemos casas más grandes, menos gente vive en ellas, y utilizan más artefactos consumidores de energía
que nunca antes." [5]
Un objetivo más amplio
Incluso si de por sí la eficiencia energética no lleva a una disminución en el uso de energía, no tiene que ser así. Si la eficiencia no fuera
tratada como un objetivo sino como un medio hacia un objetivo más amplio, se podría convertir en un poderoso instrumento para reducir
el uso de energía.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la gente en muchos países aceptó de buena voluntad una limitación de su consumo mediante
tarjetas de racionamiento. Todos recibieron la misma cantidad de productos básicos esenciales como parte de la lucha más amplia para
proteger al mundo del fascismo. Un sistema similar de racionamiento del uso de energía cambiaría la eficiencia energética de ser una
causa de un mayor uso de energía a una forma según la cual todos se ajustarían a su cuota.
Cada compra, incluidas casas, calefacción, coches, gasolina, electrodomésticos y la electricidad para utilizarlas, representa una cierta
cantidad de gases invernadero (GHG) que podrían ser calculados como "valores equivalentes en CO2." No serían más difíciles de registrar
para cada persona que cuando se registran las compras con tarjeta de crédito. En un sistema de racionamiento, la gente recibiría
información de vuelta si estuviera utilizando demasiada energía y tuviera que reducir su consumo para evitar que se suspendiera su uso
de energía.
George Monbiot describe un sistema de cuotas que comenzaría dividiendo la cantidad total de equivalencias de CO2 disponibles para
todos por la cantidad de personas para determinar la cantidad que se permitiría a cada cual. Todos recibirían una tarjeta de débito de
carbono en la que se registrarían sus compras de combustible y electricidad. [6] Una vez que la gente se acostumbrara a un sistema
semejante, la cuota podría ser reducida en 2 a 4% por año hasta llegar a un nivel sostenible.
Un sistema de cuota no sería una serie de restricciones y prohibiciones. Sería altamente flexible: La gente decidiría por sí misma cómo
mantenerse dentro de sus límites. Nadie sería obligado a renunciar a un coche o a comprar un tipo particular de vehículo.
Al principio del racionamiento, la mayoría de la gente probablemente seguiría viviendo más o menos igual. Al caer la cuota a un 90% de
los niveles originales de carbono, la gente tendría que comenzar a tomar decisiones. ¿Descartamos el refrigerador adicional en el
garaje? ¿O tal vez no cocinamos con el horno en todo el verano cuando esté encendido el acondicionador de aire? ¿O nos damos el
trabajo de secarnos con una toalla en lugar del secador para el pelo? ¿O sufrimos la agonía de no tener todas las luces prendidas cuando
no estamos en casa? La única opción inexistente sería la de seguir haciendo las cosas como antes.
En esta etapa, la mayoría de la gente de bajos ingresos no tendría que tomar decisiones porque ya estaría utilizando menos carbono que
el nivel de la cuota. Pero mientras más rico sea alguien, más cambios tendría que hacer desde el primer día.
Al disminuir la cuota de 90% a 70%, luego a 50% e incluso a un 10% de los niveles equivalentes de carbono originales, más y más
opciones serían recortadas; pero seguirían existiendo considerables alternativas de modo de vida. Con el uso de menores niveles de
energía, es muy probable que la gente elija sea un coche personal híbrido (en lugar de basarse en el transporte masivo, la compartición
de coches o bicicleta) o una casa con una habitación adicional para oficina, o un secador de ropa o una vacación dos veces al año. Si una
persona quisiera más que una de estas cosas, probablemente sería esencial tener artefactos altamente eficientes en energía en todos los
demás aspectos de la vida de esa persona. De nuevo, la única alternativa inexistente sería "Quiero todo eso y más."
La igualdad es un requisito previo para la estabilización del clima
Para que esto funcione, sería crítico encarar las necesidades de la gente de bajos ingresos. Porque los que poseen poco dinero se quedan
con los coches más antiguos y más contaminadores, tienen casas con el peor aislamiento y la mayor necesidad de calefacción. Un
enfoque serio al combate del cambio climático requiere un masivo compromiso social para suministrar casas y transporte eficientes en
energía para los que más lo necesitan.
La limitación más perturbadora tendría que ver con el viaje aéreo. Ya que los aviones jet causan cantidades exorbitantes de gases
invernadero, George Monbiot concluye que la privación del viaje aéreo sería el único verdadero sacrificio necesario para un mundo con un
clima sano. [7]
Pero es posible que sólo haya que limitar ese lujo, no eliminarlo.
Ted Trainer calcula que utilizando su "Modo más Simple" podría reducir el uso de electricidad a "menos de un 2% del consumo típico de
una casa del mundo rico." [8] Ya que Monbiot calcula que el consumo de carbono debe ser reducido en un 90% y Trainer estima que una
reducción en un 98% es posible, un poco de aritmética indica que una persona que adopta el Modo más Simple debiera poder hacer un
viaje ida y vuelta Nueva York-Londres una vez cada nueve años y a pesar de ello reducir las emisiones de carbono a un 10% de los
niveles actuales.
Por cierto, hay grandes barreras al racionamiento de las emisiones de carbono. La primera es que los ecologistas corporativos dicen cosas
como: "El mundo está en una crisis seria pero todo lo que necesitamos son acciones relativamente ligeras." Esto lo encarna "Una verdad
incómoda" de Al Gore, que da en el blanco cuando describe el problema pero luego trivializa su magnitud al sugerir que bombillas de
alumbrar diferentes y cosas semejantes representan la solución. La gente racional concluye que si no se necesita una reacción seria, el
problema no puede ser serio. Los que entienden verdaderamente que el cambio climático es comparable al ataque nazi, están dispuestos
a discutir hasta qué punto nuestra sociedad debe movilizarse para detener su colapso.
La desigualdad es tal vez el motivo para la trivialización. Mientras los que tienen riqueza y poder vivan en mansiones y vuelen en sus
aviones jet privados, sus llamados a que otros se sacrifiquen para que ellos puedan derrochar caerán en oídos sordos. En un sistema de
racionamiento de carbono, los que tienen más tendrán que renunciar al máximo y ahora mismo parece que utilizan su control de la
industria, del gobierno y de los medios para distraer la atención de los tipos de profundos cambios verdes que hay que realizar.
El concepto popular de eficiencia energética, como una amalgama descoordinada de alternativas de estilo de vida individualista, sólo
empeorará las crisis del agotamiento de energía y de calentamiento global. Con el racionamiento, la eficiencia energética tendría el efecto
contrario de convertirse en una técnica universalmente apreciada para permanecer dentro de restricciones de cuota. Lo que estorba no es
la falta de disposición de los muchos de enfrentar la crisis sino la insistencia de los pocos en conservar sus privilegios.
............
Don Fitz es editor de "Synthesis/Regeneration: A Magazine of Green Social Thought", que es publicada para miembros de The Greens/
Green Party USA. Para contactos por correo escriba a: fitzdon@aol.com
Notas
1. Monbiot, G. (2007). /Heat: How to stop the planet from burning. /Cambridge, MA: South End Press, p. 61.
2. Dardozzi, J. The specter of Jevons' Paradox, /Synthesis/Regeneration 47/, Fall, 2008, p. 15.
3. Trainer, T. (2007). /Renewable energy cannot sustain a consumer society/. Dordrecht, The Netherlands: Springer, p. 116.
4. Dardozzi, p. 16
5. Murphy, P. (2008). /Plan C: Community survival strategies for peak oil and climate change/. Gabriola Island, BC: New Society
Publishers, p. 14.
6. Monbiot menciona varias propuestas de sistemas de cuota. Crea que cuotas de carbono de todo aparte de combustible y electricidad se
reflejarían en precios mayores para el mayor uso de carbono. También propugna una inmensa disminución al comienzo del sistema en
lugar de una disminución gradual entre 2 y 4%, pp. 43-58.
7. Monbiot, pp. 170-188.
8. Trainer calcula que la calefacción podría ser reducida aún más que el nivel de 2% para electricidad, aunque ambos podrían ser un poco
más elevados en escenarios urbanos que rurales. Monbiot informa que un viaje simple de Londres a Nueva York es responsable por todo
un año de la cuota de emisión de carbono de cada pasajero "una vez que se haya hecho una reducción de un 90% en las emisiones." [p.
173] Pero el impacto general sobre el clima del vuelo es 2,7 veces el del CO2 solo. Eso significa que un viaje ida y vuelta Londres-Nueva
York representaría 5,4 veces la cuota anual de carbono de una persona. De modo que, si esa persona pudiera reducir otras asignaciones
de carbono a un 2% de los niveles actuales, en nueve años la persona podría ahorrar suficientes "créditos de carbono" para el viaje ida y
vuelta.
http://www.zcommunications.org/znet/viewArticle/22404
Don Fitz
Znet
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Una acción puede tener efectos opuestos, dependiendo de sus contextos sociales. Un individuo aislado que protesta contra la política de
la compañía negándose a ir a trabajar podría ser despedido y convertirse en un ejemplo utilizado para intimidar a otros. Cuando toda una
fuerza laboral no va al trabajo, se habla de una "huelga" y tiene una excelente posibilidad de obligar a la compañía a cambiar su política.
Por positivas que puedan ser para amigos y familiares, las formas de vida no-violentas no impiden que se libren guerras. Pero una
sociedad que elimina el control corporativo de la economía se libera de la necesidad de expansión y da un paso enorme hacia la no-
violencia. En este contexto, las formas de vida no-violentas solidifican las políticas globales no-violentas
Y esto es aún más así con la "eficiencia energética" Es imposible que las decisiones individuales de comprar productos eficientes en el
consumo de energía tengan algún efecto positivo en el cambio climático. Pero, en una economía dirigida democráticamente, la eficiencia
energética sería una piedra angular en la resolución del legado catastrófico de la producción con fines de lucro.
La eficiencia energética no es la reducción del consumo de energía. Es así a pesar de las afirmaciones de empresas `verdes´, Al Gore, y
Amory Lovins de que es la mejor manera de reducir el uso de carbón, petróleo, gas y plantas nucleares. Sacaos esa idea de la mente por
un par de minutos y el sentido común dejará en claro el motivo por el cual la eficiencia no produce los resultados esperados.
Si se quiere reducir el uso de algo (incluida la energía) ¿cuál es la primera idea que viene a la mente? La mayoría de la gente dice:
"aumenten los precios." Si algo cuesta más, la gente usa menos. Si el precio de la gasolina aumenta a 5 dólares por galón, la gente
conduce menos.
Si los precios bajan, el uso aumenta.
El otro lado de la moneda es: Si se quiere que la gente compre más de algo, hay que reducir el precio. Los negocios anuncian
liquidaciones porque así los clientes compran más.
La eficiencia energética es como liquidar energía. Si se aísla la casa, si se compra un coche de consumo eficiente, o si se compra un
electrodoméstico que funciona con menos energía, los costes de energía bajan. Cuesta menos usar energía. Tal como si la energía cuesta
más, la gente usará menos, al hacer que cueste menos (o sea más eficiente) se lleva a la expectativa de que la gente usará más.
Sólo llegamos a creer en algo que viola el sentido común económico porque se nos dice una y otra vez que la eficiencia energética lleva a
menos uso de energía. Si una casa es más eficiente desde el punto de vista energético, es tentador aumentar la temperatura hasta 22-
24 grados (en lugar de bajarla a 16-18 grados). Si los coches tienen estándares más estrictos de consumo de combustible, hay que
contar con que los automovilistas comprarán más equivalentes de todo terreno y los conducirán más kilómetros. La eficiencia del
combustible puede ser el toque de difuntos para el tránsito de masas - hay que esperar que el CO2 se derrame de las compañías de
cemento que traten de suministrar carreteras ensanchadas por la llegada de más coches de consumo eficiente.
Los productos diseñados para la eficiencia energética son como energía a bajo coste con esteroides. Primero, la gente usa más el
producto porque es más barato. Segundo, una vez que la gente ha gastado dinero en un producto, la mejor manera de aprovechar su
inversión es utilizarlo lo más posible. Nadie compra algo para `no´ utilizarlo. La eficiencia tiende a resultar en que el uso de energía suba
en lugar de bajar.
Este "efecto de rebote" ya se observó en 1865 cuando Stanley Jevons escribió "The Coal Question". Nuevas técnicas industriales
significaban que se necesitaba sólo un tercio de la cantidad necesaria para producir una tonelada de hierro. Lejos de reducir la cantidad
de carbón utilizada, los nuevos métodos fueron seguidos por una decuplicación durante 1860-1863 en el País de Gales. [1]
En 1980, Danile Khazoom y Len Brookes estudiaron una serie de mejoras tecnológicas y confirmaron que durante el siglo anterior los
aumentos en eficiencia fueron seguidos por un aumento en el uso de energía. [2] Diversamente conocidos como las "Paradojas Jevons" y
el "Postulado Khazoom-Brookes," estos conceptos son bien conocidos por los escritores sobre energía, pero guardados en el armario por
los propugnadores de la eficiencia.
Ted Trainer subraya que si la gente evita cuidadosamente el uso de sus artefactos eficientes en energía, utilizará todo el dinero que
ahorre para comprar otra cosa, lo que entonces lleva al uso de energía durante la producción y consumo del otro producto. [3] Jeff
Dardozzi amplía ese razonamiento, señalando que si, en lugar de comprar más cosas, la gente coloca su dinero ahorrado por la energía
en el banco, simplemente lleva a que los fondos ahorrados sean prestados a otros que inician negocios o hacen compras, alimentando
así el ciclo de aumento de la energía por una vía indirecta. [4]
Pat Murphy tiene un análisis particularmente claro de cómo el proceso funciona en los hogares estadounidenses, que se han hecho
continuamente más eficientes en energía durante décadas. Las casas más nuevas utilizan menos kilocalorías por metro cuadrado, pero la
cantidad de metros cuadrados por persona en una casa de 2007 fue de cerca de tres veces lo que había sido en 1950. "Por lo tanto, las
mejoras en la eficiencia de edificios no han suministrado ahorros significativos de energía porque, a medida que agregamos
características de eficiencia, hacemos casas más grandes, menos gente vive en ellas, y utilizan más artefactos consumidores de energía
que nunca antes." [5]
Un objetivo más amplio
Incluso si de por sí la eficiencia energética no lleva a una disminución en el uso de energía, no tiene que ser así. Si la eficiencia no fuera
tratada como un objetivo sino como un medio hacia un objetivo más amplio, se podría convertir en un poderoso instrumento para reducir
el uso de energía.
Durante la Segunda Guerra Mundial, la gente en muchos países aceptó de buena voluntad una limitación de su consumo mediante
tarjetas de racionamiento. Todos recibieron la misma cantidad de productos básicos esenciales como parte de la lucha más amplia para
proteger al mundo del fascismo. Un sistema similar de racionamiento del uso de energía cambiaría la eficiencia energética de ser una
causa de un mayor uso de energía a una forma según la cual todos se ajustarían a su cuota.
Cada compra, incluidas casas, calefacción, coches, gasolina, electrodomésticos y la electricidad para utilizarlas, representa una cierta
cantidad de gases invernadero (GHG) que podrían ser calculados como "valores equivalentes en CO2." No serían más difíciles de registrar
para cada persona que cuando se registran las compras con tarjeta de crédito. En un sistema de racionamiento, la gente recibiría
información de vuelta si estuviera utilizando demasiada energía y tuviera que reducir su consumo para evitar que se suspendiera su uso
de energía.
George Monbiot describe un sistema de cuotas que comenzaría dividiendo la cantidad total de equivalencias de CO2 disponibles para
todos por la cantidad de personas para determinar la cantidad que se permitiría a cada cual. Todos recibirían una tarjeta de débito de
carbono en la que se registrarían sus compras de combustible y electricidad. [6] Una vez que la gente se acostumbrara a un sistema
semejante, la cuota podría ser reducida en 2 a 4% por año hasta llegar a un nivel sostenible.
Un sistema de cuota no sería una serie de restricciones y prohibiciones. Sería altamente flexible: La gente decidiría por sí misma cómo
mantenerse dentro de sus límites. Nadie sería obligado a renunciar a un coche o a comprar un tipo particular de vehículo.
Al principio del racionamiento, la mayoría de la gente probablemente seguiría viviendo más o menos igual. Al caer la cuota a un 90% de
los niveles originales de carbono, la gente tendría que comenzar a tomar decisiones. ¿Descartamos el refrigerador adicional en el
garaje? ¿O tal vez no cocinamos con el horno en todo el verano cuando esté encendido el acondicionador de aire? ¿O nos damos el
trabajo de secarnos con una toalla en lugar del secador para el pelo? ¿O sufrimos la agonía de no tener todas las luces prendidas cuando
no estamos en casa? La única opción inexistente sería la de seguir haciendo las cosas como antes.
En esta etapa, la mayoría de la gente de bajos ingresos no tendría que tomar decisiones porque ya estaría utilizando menos carbono que
el nivel de la cuota. Pero mientras más rico sea alguien, más cambios tendría que hacer desde el primer día.
Al disminuir la cuota de 90% a 70%, luego a 50% e incluso a un 10% de los niveles equivalentes de carbono originales, más y más
opciones serían recortadas; pero seguirían existiendo considerables alternativas de modo de vida. Con el uso de menores niveles de
energía, es muy probable que la gente elija sea un coche personal híbrido (en lugar de basarse en el transporte masivo, la compartición
de coches o bicicleta) o una casa con una habitación adicional para oficina, o un secador de ropa o una vacación dos veces al año. Si una
persona quisiera más que una de estas cosas, probablemente sería esencial tener artefactos altamente eficientes en energía en todos los
demás aspectos de la vida de esa persona. De nuevo, la única alternativa inexistente sería "Quiero todo eso y más."
La igualdad es un requisito previo para la estabilización del clima
Para que esto funcione, sería crítico encarar las necesidades de la gente de bajos ingresos. Porque los que poseen poco dinero se quedan
con los coches más antiguos y más contaminadores, tienen casas con el peor aislamiento y la mayor necesidad de calefacción. Un
enfoque serio al combate del cambio climático requiere un masivo compromiso social para suministrar casas y transporte eficientes en
energía para los que más lo necesitan.
La limitación más perturbadora tendría que ver con el viaje aéreo. Ya que los aviones jet causan cantidades exorbitantes de gases
invernadero, George Monbiot concluye que la privación del viaje aéreo sería el único verdadero sacrificio necesario para un mundo con un
clima sano. [7]
Pero es posible que sólo haya que limitar ese lujo, no eliminarlo.
Ted Trainer calcula que utilizando su "Modo más Simple" podría reducir el uso de electricidad a "menos de un 2% del consumo típico de
una casa del mundo rico." [8] Ya que Monbiot calcula que el consumo de carbono debe ser reducido en un 90% y Trainer estima que una
reducción en un 98% es posible, un poco de aritmética indica que una persona que adopta el Modo más Simple debiera poder hacer un
viaje ida y vuelta Nueva York-Londres una vez cada nueve años y a pesar de ello reducir las emisiones de carbono a un 10% de los
niveles actuales.
Por cierto, hay grandes barreras al racionamiento de las emisiones de carbono. La primera es que los ecologistas corporativos dicen cosas
como: "El mundo está en una crisis seria pero todo lo que necesitamos son acciones relativamente ligeras." Esto lo encarna "Una verdad
incómoda" de Al Gore, que da en el blanco cuando describe el problema pero luego trivializa su magnitud al sugerir que bombillas de
alumbrar diferentes y cosas semejantes representan la solución. La gente racional concluye que si no se necesita una reacción seria, el
problema no puede ser serio. Los que entienden verdaderamente que el cambio climático es comparable al ataque nazi, están dispuestos
a discutir hasta qué punto nuestra sociedad debe movilizarse para detener su colapso.
La desigualdad es tal vez el motivo para la trivialización. Mientras los que tienen riqueza y poder vivan en mansiones y vuelen en sus
aviones jet privados, sus llamados a que otros se sacrifiquen para que ellos puedan derrochar caerán en oídos sordos. En un sistema de
racionamiento de carbono, los que tienen más tendrán que renunciar al máximo y ahora mismo parece que utilizan su control de la
industria, del gobierno y de los medios para distraer la atención de los tipos de profundos cambios verdes que hay que realizar.
El concepto popular de eficiencia energética, como una amalgama descoordinada de alternativas de estilo de vida individualista, sólo
empeorará las crisis del agotamiento de energía y de calentamiento global. Con el racionamiento, la eficiencia energética tendría el efecto
contrario de convertirse en una técnica universalmente apreciada para permanecer dentro de restricciones de cuota. Lo que estorba no es
la falta de disposición de los muchos de enfrentar la crisis sino la insistencia de los pocos en conservar sus privilegios.
............
Don Fitz es editor de "Synthesis/Regeneration: A Magazine of Green Social Thought", que es publicada para miembros de The Greens/
Green Party USA. Para contactos por correo escriba a: fitzdon@aol.com
Notas
1. Monbiot, G. (2007). /Heat: How to stop the planet from burning. /Cambridge, MA: South End Press, p. 61.
2. Dardozzi, J. The specter of Jevons' Paradox, /Synthesis/Regeneration 47/, Fall, 2008, p. 15.
3. Trainer, T. (2007). /Renewable energy cannot sustain a consumer society/. Dordrecht, The Netherlands: Springer, p. 116.
4. Dardozzi, p. 16
5. Murphy, P. (2008). /Plan C: Community survival strategies for peak oil and climate change/. Gabriola Island, BC: New Society
Publishers, p. 14.
6. Monbiot menciona varias propuestas de sistemas de cuota. Crea que cuotas de carbono de todo aparte de combustible y electricidad se
reflejarían en precios mayores para el mayor uso de carbono. También propugna una inmensa disminución al comienzo del sistema en
lugar de una disminución gradual entre 2 y 4%, pp. 43-58.
7. Monbiot, pp. 170-188.
8. Trainer calcula que la calefacción podría ser reducida aún más que el nivel de 2% para electricidad, aunque ambos podrían ser un poco
más elevados en escenarios urbanos que rurales. Monbiot informa que un viaje simple de Londres a Nueva York es responsable por todo
un año de la cuota de emisión de carbono de cada pasajero "una vez que se haya hecho una reducción de un 90% en las emisiones." [p.
173] Pero el impacto general sobre el clima del vuelo es 2,7 veces el del CO2 solo. Eso significa que un viaje ida y vuelta Londres-Nueva
York representaría 5,4 veces la cuota anual de carbono de una persona. De modo que, si esa persona pudiera reducir otras asignaciones
de carbono a un 2% de los niveles actuales, en nueve años la persona podría ahorrar suficientes "créditos de carbono" para el viaje ida y
vuelta.
http://www.zcommunications.org/znet/viewArticle/22404
¡Encuentra las mejores recetas
con Yahoo! Cocina!
http://mx.mujer.yahoo.com/cocina/
No hay comentarios.:
Publicar un comentario