Como aniquila el desarrollo urbano a las ciudades
Texto discutido el 25 de junio de 2014 en la Red en Defensa de la Ciudad de México y revisado en septiembre de 2014.
El desarrollo urbano es una consigna que nace en la posguerra, derivada de la consigna política ¡desarrollo! lanzadapor el presidente Truman en 1949; esta consigna reemplaza a la consigna ¡progreso! lanzada en el siglo XIX por el Imperio Británico. El objetivo detrás de la consigna política ¡desarrollo! es el de imponer al mundo los modos de vida de EU; la idea detrás de la consigna administrativa ¡desarrollo urbano! es la de imponer al mundo el tipo de urbanización que se realiza en EU, con sus elementos básicos, como son: el predominio del auto en la ciudad; la zonificación de la ciudad en usos del suelo urbano especializados(distritos financieros y de oficinas, suburbia o distritos de vivienda, zonas industriales);la construcción de rascacielos en los "distritos financieros", para dominar el centro de las ciudades; la construcción de grandes centros comerciales o supermercados en la periferia, para controlar el consumo; la creación de la suburbia en las periferia, para controlar la vivienda; la creación de "ciudades satélite" , "ciudades universitarias", "ciudades industriales", "ciudades de la salud", y otras "grandes manzanas", para desintegrar el tejido tradicional de soporte muto de los barrios y colonias de la ciudad; es decir: la creación de ciudades con diseño industrial, similares en todo el mundo, controladas por las tecnologías de las transnacionales, principalmente estadounidenses. Durante las llamadas "décadas del desarrollo" (1950-1980), el gobierno de EU impone esta consigna en México y en muchos otros países calificados de "subdesarrollados", por medio de bancos de desarrollo, como el BID, o el Banco Mundial y otros mecanismos. Desde hace más de medio siglo, las universidades mexicanas asumen como propias las tesis del desarrollo urbano de EU, las aclimatan un poco, pero, en lo general, las imponen tal cual en las ciudades de México, con el apoyo de los bancos internacionales de desarrollo y becas en universidades de EU.
El desarrollo urbano implica crecientes intervenciones gubernamentales en barrios, colonias, pueblos, ejidos, por medio de "ordenamientos del territorio", inversiones muy grandes, cataclismicas, que provocan fuertes variaciones en los valores inmobiliarios que a su vez detonan nuevas inversiones en los siguientes años: los llamados "huracanes urbanos" que duran por varios lustros. Estas inversiones o megaproyectos provocan continuas migraciones interurbanas: grandes expulsiones de los antiguos residentes en pueblos, barrios y colonias y la entrada masiva de nuevos residentes; poblamiento de la periferia, despoblamiento de las zonas centrales, así como el continuo crecimiento de la urbanización sobre los campos de cultivo, los bosques, las barrancas, las colinas, los cerros; producen lo que se llama "la urbanización dispersa" que invade cualquier territorio cercano a la ciudad. Eldesarrollo urbano entraña la aniquilación de la vida silvestre y la muerte de bosques y selvas; la extinción de la vida indígena y campesina; las migraciones diarias de la mayor parte de la población a grandes distancias: más de cuatro horas diarias de transporte o hipermovilidad; la conservación de muy altos niveles de contaminación del aire, el agua y los suelos, de producción de basura y residuos tóxicos; la concentración de la población en megalópolis; el mantenimiento de muy elevados índices de consumismo, violencia, desigualdad, miseria, anomia, stress, angustia, consumo de drogas, suicidios, desempleo; el despilfarro de enormes cantidades de energía, agua, metales, madera y otros dones de la naturaleza; la producción de ingentes volúmenes de gases que dañan el equilibrio del clima. Eldesarrollo urbano mata la identidad de los pueblos, barrios y colonias; es enemigo de las tradiciones y las culturas y del "buen vivir".
El desarrollo urbano implica una teoría urbanística estrechamente ligada al uso de conceptos tecnológicos de transporte (pavimentación, autos, autobuses, camiones, pasos a desnivel, segundos pisos, etc.), de vivienda (muros, techos, instalaciones, aparatos) y de edificación (concreto, acero, vidrio, cimentación, estructura, altura, superficie pavimentada) y servicios(grandes centros comerciales y supermercados), que responden a criterios industriales homogeneizadores, globalizados, que benefician sólo a transnacionales y que sirven para crear monopolios, concentración de actividades mercantiles y enormes conurbaciones como la del Valle de México o la de Guadalajara. El desarrollo urbano desata procesos urbanos perversos, como el gigantismo, la conglomeración, la verticalización, la tercerización, la gentryficación, la zonificación. Los conceptos tecnológicos utilizados en el desarrollo urbanobenefician principalmente a los grandes bancos e industria transnacional y a sus "expertos" que ganan poder y dinero con la concentración de la población y el aumento del consumismo; estos conceptos producen daños excesivos a la salud, los árboles, los animales, los suelos, los cuerpos de agua, la atmosfera, el tejido social, los bienes comunes: deshumanizan las ciudades, ponen en grave riesgo de desastre a la población, asfixian la participación de los ciudadanos en los asuntos públicos, vulneran a la democracia, desquician la ecología y el clima de la Tierra; y buscan, también, aniquilar los conceptos arquitectónicos y urbanísticos de la colonia española y de la influencia francesa, inglesa y alemana en la ciudad; son hostiles a las culturas indígenas y campesinas.
El desarrollo urbano es el gran enemigo de la ciudad histórica, entendida como la unión ética de ciudadanos- como un producto de la acción cívica de sus pobladores; de la ciudad entendida como una comunidad de comunidades ecológicas- como gran creadora de cultura. Las megalópolis modernas, creadas por el desarrollo urbano,constituyen una especie de campos de concentración de consumidores del cual huyen tantas veces como pueden sus habitantes privilegiados, en los puentes y las vacaciones. Estas monstruosidades tienen muy poco que ver con las grandes ciudades del pasado, con la idea misma de ciudad. La urbanización moderna degrada a las ciudades, y con ello a la política, actividad esencial en la creación de una ciudad, en la existencia del ciudadano. Sin la eliminación de la idea de desarrollo urbano, no hay manera de frenar la contaminación del aire, el agua, los suelos, los freáticos; de reducir el cambio arbitrario en el uso del suelo, la pérdida de tiempo en el transporte, el uso del auto, el despilfarro de energía, agua, metales, maderas, la producción de emisiones que dañan el clima; de aumentar las áreas verdes, la calidad de los alimentos que comemos, la protección de ruinas arqueológicas, monumentos históricos, edificaciones con valor histórico, la generación de cultura. El desarrollo urbano está cargado de premisas económicas depredadoras, de perversos objetivos de dominación ocultos, de imaginarios creados desde hace décadas por los intereses económicos; de valores contrarios a la naturaleza, el ser humano, la convivencia pacífica, la solidaridad, la complementariedad, la reciprocidad, la equidad, la justicia. El desarrollo urbano es un engendro del pensamiento económico y de las distopías tecnocientíficas que colonizan a nuestro país desde hace muchos años. Los ciudadanos hacen las ciudades; el urbanismo hace monstruosidades enemigas de la naturaleza y la cultura.
La Red en Defensa de la Ciudad de México denuncia la muerte de la ciudad de México a causa de ese cáncer llamado desarrollo urbano, inoculado por economistas y urbanistas mexicanos. Exige la eliminación inmediata de la Ley de Desarrollo Urbano del DF, los reglamentos, las normas, los planes, los programas de desarrollo urbano,para salvar a esta ciudad. Exige la creación de una Ley de la Ciudad de México que permita contener el exceso de infraestructuras, unidades de transporte, edificaciones, pavimentaciones que aniquilan a la ciudad y a la Cuenca del Valle de México; que garantice la intervención ciudadana en los asuntos urbanísticos y el florecimiento de la creatividad popular en la remodelación y apropiación de la vivienda y la superficie publica; que impulse la descentralización y la desconcentración de la Ciudad de México; que prohíba la construcción de megaproyectos; que reconozca a las asambleas de pueblo, ejido, colonia, barrio, delegación o demarcación como autoridad suprema en los asuntos de urbanización y uso del suelo. ¡No necesitamos una sola infraestructura o edificación o pavimentación más en esta ciudad!
¡No al desarrollo urbano!
¡Sí a las comunidades ecológicas autónomas de la Cuenca del Valle de México!
Red en Defensa de la Ciudad de México
Adriana Bermeo, Adriana Gómez, Adriana Matalonga, Aline Fernanda, Ana María Yustis, Anhai Martínez, André Prieur, Aurora Marín, Bianca Sandoval, Carmen Espino, David Jiménez, Edgardo Mota, Eduardo Farah, Eduardo Soriano, Fabián Carvallo, Gabriel Valencia, Gustavo Romero, Jacqueline Bolaños, Javier Osorno, Jesús Morfin, Jonathan Arroyo, José Ignacio Félix Díaz, Juan Manuel Pomares, Karen Zuñiga, María Elena Contreras Domínguez, María de Lourdes Ríos, Mario Marroquín Castillo, Mario Rechy, Mauricio Villegas, Miguel Valencia, Patricia Carrera, Roberto Christian Domínguez, Rodolfo Ramírez Velázquez, Sara Espíritu, Sharon Sánchez, Soledad Osorio, Sonia Verónica Coronado Hidalgo, Susana Clares Popoca, Susana Morales, Tulia Roa Castro.