Entre el gran déficit y agravios de la actual reforma energética podemos enumerar a continuación.
Un gran déficit se ubica en comprometer-ceder parte de la mal llamada renta o ingreso proveniente de la explotación de hidrocarburos.
Contiene un enfoque que privilegia la demanda y el consumo; es decir, es un enfoque ofertista, preocupado más por atender la demanda energética creciente que por la eficiencia productiva. En el fondo de la reforma energética está el aumentar a tope la producción de hidrocarburos.
La variable medioambiental y el agotamiento de un recurso no renovable ocupan un lugar secundario en el texto de la misma.
Al ser un recurso estratégico, el cuarto gran agravio se da en el terreno de la geopolítica, ya que se compromete nuestra soberanía frente al principal importador del mismo: Estados Unidos. Nuestro petróleo entra a la categoría de su seguridad nacional
.
Mención aparte merecen los desfiguros y la pobreza política que mostraron gobernadores y legislaturas locales al aprobar con urgencia dicha reforma.
Durante la última década al menos un tercio de los recursos fiscales del Estado provienen de la mal llamada renta petrolera, supliendo en la práctica la posibilidad de otros ingresos tributarios para financiar el gasto corriente, siendo éstos menores a los previstos y necesarios; peor aún, pese a la bonanza petrolera y los recursos adicionales superiores a 300 mil millones de pesos anuales por sobreprecio
y del llamado excedente petrolero, éstos no fueron canalizados a la inversión productiva ni al crecimiento económico. El monto anual de ingreso petrolero total ronda en la nada despreciable cifra de 60 mil millones de dólares. Por ello no se entiende la necedad de distribuirlos y compartirlos con el capital privado, sea éste nacional o extranjero. En este contexto, la presente (contra) reforma energética constituye un parche y un botón más de muestra de la ineficacia de un modelo cortoplacista, depredador y excluyente que han venido impulsando y defendiendo los neoliberales durante el último cuarto de siglo.
Pero sin duda lo más grave de esta estrategia energética serán los daños ecológico-ambientales que provocará, tanto en términos de contaminación como del agotamiento acelerado del recurso no renovable. Con ello se afecta, tanto en términos del daño como su no disponibilidad, a la presente generación y a las futuras.
Esta reforma claramente se orienta a priorizar el crecimiento económico, ignorando y rebasando sus ya de por sí débiles instituciones y gestión ambientales. Aplicado a política ambiental este argumento en la literatura académica es conocido como la hipótesis del paraíso de la contaminación
. Tal hipótesis afirma que los gobiernos, en su intento de atraer a la inversión extranjera terminan creando estos paraísos contaminantes
, sobre todo en el caso de las economías en desarrollo. Así, el incentivo perverso radica en aceptar la degradación ambiental de largo plazo a cambio de beneficios económicos de corto plazo.
Se puede mencionar también que estamos ante la presencia de una verdadera paradoja ambientalista
cuando, a medida que el bienestar de la gente aumenta, la calidad del medioambiente y los servicios eco-sistémicos disminuyen y se hacen más costosos. En nuestro país, con el crecimiento económico a toda costa
se ha roto ya el equilibrio entre el bienestar de la gente y el bienestar de los ecosistemas naturales.
De acuerdo con Economist Intelligence Unit /The Economist de 2004, con 20 mil millones de dólares al año se producirían 7 millones de barriles diarios adicionales a los más de 80 millones que se consumen diariamente en el planeta.
Esa cifra habla de la enorme preocupación de la industria petrolera mundial por el vaciamiento continuo de sus reservas: ConocoPhillips, la amalgama de Continental Oil y Phillips Petroleum, anunció en enero que las nuevas adiciones a sus reservas petroleras de 2004 sumaban únicamente un 60-65 por ciento de todo el crudo producido ese año, lo que entraña un vaciamiento significativo de tales reservas existentes.
Igual, la Royal Dutch/Shell declaró que había sobrestimado sus reservas de crudo y gas natural en 20 por ciento y que recientemente bajaron sus existencias estimadas otro 10 por ciento, lo que hace que su pérdida neta equivalga a 5 mil 300 millones de barriles de crudo. Es aún más preocupante que Shell anunciara en febrero que había podido restituir únicamente 45-55 por ciento del crudo y el gas producido en 2004, lo que representa una cifra inesperadamente desalentadora.
Esta caída explica la gran presión por parte de los estadunidenses para que se abran los recursos a la inversión y explotación privadas en Pemex y que abran sus territorios a la exploración por parte de las firmas estadunidenses y europeas, las cuales, se alega, poseen el conocimiento tecnológico avanzado que haría posible el descubrimiento de yacimientos desconocidos.
* Posgrado, Facultad de Economía, UNAM
sembrar petróleo. Sus políticas erróneas, antipatriotas y mercantilistas no tienen precedentes. Por ejemplo, entre el 2002 y 2003 se abrieron las válvulas para aumentar la plataforma de explotación y exportación del petróleo en casi 500 mil barriles diarios (de los cuales la mitad podían exportarse, según la ley). Ello representó un claro apoyo a la aventura bélica del gobierno de Bush en Irak. Cinco años después se notaron las consecuencias de tal apresuramiento: agotamiento de pozos, entre otros, Kantarell y Chicontepec, y la reducción de ese mismo volumen a partir del 2003. Así las cosas, durante ese lapso se vendieron barriles a un precio menor de 40 dólares en lugar de 100 dólares, de haberse mantenido esas reservas en el subsuelo sólo cuatro años y ser ofertados después. Este no ingreso o ingreso perdido significó un altísimo costo de oportunidad y duro revés para las finanzas del país, pudiendo decir que, en su sed por la ganancia rápida, el gobierno de Fox se convirtió en un virtual delincuente económico (y petrolero). ¡Vaya lógica de negocio de empresarios fallidos metidos a la política! La estrategia del gobierno actual no es muy diferente a la anterior.
Durante la última década disminuyó la extracción de 3.5 millones de barriles/día a 2.5 millones; también se redujo a la mitad el número de años de reservas probadas.
En suma se dio una disminución de las reservas de crudo en 57 por ciento entre el 2000 y el 2010. De otra parte, para solventar tal disminución se pretende comenzar a extraer el shale gas mediante el método fracking o de fractura. Mientras en todo el mundo se trata de evitar la extracción de este gas altamente contaminante, por razones ambientales y su alto costo económico, en nuestro país los políticos y empresarios pro reforma con entusiasmo tratan de impulsar su explotación. Situación similar se da con los famosos tesoros profundos
cuyos altos costos económicos y ecológicos por desastres y derrames de su extracción, sobre todo en el Golfo de México, son ampliamente conocidos. Frente a ello se debe insistir en la importancia de adoptar políticas que reduzcan la incertidumbre y den mayor certeza en la toma de decisiones sobre el recurso, su manejo inteligente y su conservación en el largo plazo. Por el contrario, el libre acceso al mismo, sea bajo la figura de contratos, alianzas, permisos o concesiones de toda índole, amén de propiciar su explotación al límite, conducirá al aumento de las llamadas externalidades negativas y de enormes costos socio-ambientales, los cuales generalmente no están consideradas en los costos de producción. Además recordemos que la mayoría de las empresas mexicanas no registra gasto en protección ambiental.
Propuestas
Si bien los derechos de propiedad de la nación están definidos y salvaguardados en la reforma, éstos van a ser comercializados a través de las alianzas, contratos de adquisición y renta por parte de las empresas ganadoras en la puja.
A continuación señalamos una serie de propuestas y medidas básicas que, entre otras, no deberán ser soslayadas en el proceso de toma de decisiones e implementación de la reforma energética:
Evitar al máximo la apropiación privada de los ingresos provenientes de la explotación de hidrocarburos y energía eléctrica.
Incluir de manera prioritaria el eje ecológico-ambiental.
Aplicación de una tarifa ambientalmente ajustada, de acuerdo al volumen de extracción y zona de explotación. Aquí las áreas marinas serían las más vulnerables y requerirían un mayor grado de protección.
Distribución de un cánon o tasa ambiental para los municipios o estados donde se ubique la explotación de hidrocarburos, así como la producción de energía. Este fondo se destinaría a la protección de atmósfera, aguas, suelos y vegetación en la zona afectada.
Creación de un fondo de reserva para la sustitución/inversión orientada hacia las energías limpias y renovables.
Reducción gradual del volumen de las exportaciones de petrolíferos. Esto garantizaría tanto la conservación del recurso en el largo plazo, como la atención prioritaria del mercado y consumo nacionales.
Desmantelar de manera paulatina pero firme el subsidio a gasolinas y combustibles en general y cambio a combustibles menos contaminantes como el gas natural. Según estudios, el subsidio a las gasolinas llega a alcanzar hasta un tercio del costo real de su producción, mientras que el 70 por ciento de su monto total beneficia a los grupos de mayores ingresos: no más del 30 por ciento de la población.
El petróleo y demás fuentes de energía deben seguir siendo un recurso público estratégico y contar con estatus de patrimonio de la sociedad, así como un componente fundamental de la naturaleza y, como tal, otorgarle un valor de herencia y de existencia para las futuras generaciones.
De no ser así, la actual reforma simple y llanamente tendrá un carácter no sólo privatizador, sino perverso, de rapiña, con el agotamiento más temprano del recurso. Ésta creará más conflictos que soluciones al tema de la ineficiencia y corruptelas de Pemex y de los consumos de energía subsidiados. Si, como está ocurriendo, el actual régimen, la política y políticos no responden para disminuir el nivel de desperdicio y depredación de los recursos naturales, hay que apelar a la responsabilidad colectiva de la sociedad.
*Posgrado de Economía de la UNAM
Sin afanes conceptuales o retóricos, trataremos de entender de manera simple el concepto de renta petrolera y cómo esta definición conlleva un lastre político e ideológico muy apreciado y ad hoc para economistas y políticos neoliberales. En pocas palabras, la falacia de la renta petrolera conlleva sacrificar el futuro en aras de un presente supuestamente promisorio, lleno de empleo, de ingresos, de abundancia de gas y gasolinas a bajo precio, etcétera, etcétera, según reza la propaganda oficial. La gran ilusión de dicha renta reside en que la riqueza proveniente de la explotación de hidrocarburos tiene un origen destructivo. Su bonanza, amén de temporal, es bastante engañosa pues se propicia un Estado con una economía petrolizada, improductiva y hasta parasitaria.
Calificar los ingresos por explotación y venta de hidrocarburos como renta petrolera
constituye una falacia que encubre los costos o parte impago a la naturaleza. Dicha renta es el resultado de ignorar la pérdida del capital natural por el agotamiento del recurso natural y su no inversión o reposición posterior en fuentes de energía sustituta. El modelo de explotación petrolera y minera en general que se practica en México asume que los bienes y servicios que brinda la naturaleza y el subsuelo son gratuitos, que no tienen valor alguno, hasta que son extraídos y explotados. Los valores de herencia y de existencia para que exista disponibilidad también para las futuras generaciones no son tomados en consideración. Tal enfoque ha propiciado el que cerca de 90 por ciento del ingreso o renta
de Pemex se destine al pago de impuestos, así como al gasto corriente de la propia empresa. Ello ha contribuido al derroche improductivo, al ingreso y gasto público fácil, la corrupción y la ineficiencia, postergando durante décadas una necesaria reforma fiscal progresiva, anidando en cambio un sistema tributario ineficiente, evasivo y hasta generoso con el gran capital. Con la reforma aprobada a lo anterior se añadiría una mayor subordinación a capitales y empresas extranjeras, con la consecuente entrega de soberanía, soslayando la preocupación principal de no sobrexplotar el recurso, de cuidarlo y conservarlo en el largo plazo.
Pemex, además de ser una empresa muy rentable, es también de las más contaminantes. Junto con la CFE son responsables de cerca de 40 por ciento del total de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) producidas por fuentes fijas.
Debemos sembrar petróleo para que éste genere un ingreso económica y ecológicamente sostenible para ésta y las futuras generaciones. Una política energética y ambiental prudente debe buscar entre sus objetivos centrales la equidad intra e intergeneracional, así como la justicia distributiva. Es urgente entender que estamos ante un recurso escaso y agotable. ¡No se trata de crecer más, sino de crecer bien y distribuir mejor!
Ya desde la década de los treinta el periodista venezolano Uslar Pietri advertía, refiriéndose a su país, de la presencia de una economía que sacrifica el futuro por el presente: “(…) se hace angustiosa la noción de la gran parte de la economía destructiva que hay en la producción de nuestra riqueza; es decir, de aquella que consume sin preocuparse de mantener ni de reconstruir las cantidades existentes de materia y energía. En otras palabras, la economía destructiva es aquella que sacrifica el futuro por el presente (…)” Más adelante describía una realidad que no es para nada ajena a la nuestra del siglo XXI, más lo que viene si se aprueba la (contra) reforma energética. Cito: La riqueza pública venezolana reposa en la actualidad, en más de un tercio, sobre el aprovechamiento destructor de los yacimientos del subsuelo, cuya vida no solamente es limitada por razones naturales, sino cuya productividad depende por entero de factores y voluntades ajenos a la economía nacional
. Arturo Uslar Pietri, Sembrar el Petróleo
Ahora, año 1, núm. 183, Caracas, Venezuela. Julio 14 de 1936). El autor recomendaba sembrar el petróleo
, no devorarlo, para convertir la riqueza producida por el sistema destructivo; industrializar el campo, crear cooperativas e invertir también en crear riqueza agrícola reproductiva y progresiva. Vale decir, su cosecha
de ninguna manera debería convertirse en una renta.
Pero antes, en 1921, en La Suave Patria el poeta zacatecano López Velarde, también hacía alusión de manera metafórica de cómo se podía devorar y desbastar el futuro:
“Patria: tu superficie es el maíz,
tus minas el palacio del Rey de Oros,
(…) El Niño Dios te escrituró un establo y los veneros de petróleo el diablo.”
*Posgrado de Economía de la UNAM
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