Reformas chatarra; se intensifica la guerra contra la Naturaleza y el tejido social
La tiranía democrática mexicana cobra nueva virulencia
Fluyen ya el 25, el 27 y el 28 constitucional, como fluye todo lo que parecía duradero en este mundo que pone al dinero, a la economía, en el centro de su existencia; fluyen como ahora fluyen los climas del Golfo, el Pacífico, de todos los continentes; como ahora fluyen los hielos del Ártico, la Antártida, de las altas montañas; como fluyen en el mundo las instituciones, los ideales, los valores, los arraigos, las tradiciones. Así se liquidan los estados, las naciones, las causas, los derechos, las constituciones, las leyes, los tratados, los acuerdos. Todo lo que se considera sólido, trascendental, pierde significado en la "metrópolis" de la modernidad, como lo advertía al inicio del siglo XX Georg Simmel; todo lo que permanece, le parece insustancial al consumidor que suplanta ahora al ciudadano. Se celebra el cambio por el cambio mismo, sin importar su sentido. Las reformas constitucionales son cada día más fáciles de realizar en México; se pueden hacer a fondo, en muchos temas simultáneamente y en poco tiempo; además, se pueden hacer con frecuencia, para reformar reformas del año anterior. La clave está en la preparación del terreno, en la coordinación con los grandes financieros, en la rapidez de la ejecución. ¿Dónde estaba el pueblo de México cuando se discutía en el congreso la reforma energética de Peña Nieto?
Desde hace varias décadas, en las altas esferas del dinero y el poder se discutían las propuestas de una reforma energética que cambiara el 27 y el 28 constitucional: demoler a Pemex ha sido un viejo sueño de los banqueros y grandes empresarios. Sorpresivamente, en los últimos años los equilibrios nacionales e internacionales cambian radicalmente, a causa del agotamiento del Petróleo de Bajo Costo de Extracción y se acomodan las circunstancias favorables a la aceptación de estas propuestas siniestras, vengativas, regresivas. Sólo era necesario presionar o "convencer" a un cierto número de políticos y empresarios, desesperados por la agudización de la caída en la producción de petróleo en México y en el mundo; acomodar en el poder a los hampones de mayor experiencia; actuar furtivamente y mentir mucho para ocultar los alcances de la reforma; ejecutar el golpe con rapidez y precisión, por la noche y en día de fiesta, como lo hacen los ladrones, los asesinos, y sostener una intensa presión sobre los políticos hasta el último momento; finalmente, son instrumentos desechables.
La reforma energética de Peña Nieto aprobada por el congreso garantiza la aplicación de tecnologías de extracción de gas y petróleo de excesivo impacto social y ambiental- diez o veinte veces más contaminantes y nocivas para el tejido social que las tecnologías utilizadas en la extracción de gas y petróleo convencional- , como lo es el fracking,para la extracción de gas y petróleo shale, tecnología abominable, rechazada violentamente en todos los países donde se aplica, por las comunidades que están en la proximidad de estas extracciones o, como la perforación en aguas profundas que ocasiona tanto importantes derrames cotidianos en el mar como ocasionales gigantescos derrames, como el generado por el pozo Macondo de la plataforma Deepwater Horizon de la BP, que destruyen la vida de los mares y las costas. Garantiza el funcionamiento de cientos de empresas irresponsables, altamente depredadoras, perforadoras de pozos de fracking o en aguas profundas, como lo son las mineras canadienses, empresas piratas que están concebidas para ser liquidadas en pocos años por la enormidad de sus crímenes sociales y ambientales. Garantiza un sustancial aumento en la extracción de gas y petróleo que contribuirá enormemente a elevar la temperatura de la Tierra, a aumentar la intensidad del desastre climático, a elevar radicalmente los costos de los eventos climáticos y a crear enormes daños económicos al país, cuando termine en algunos años el espejismo, la burbuja, que crean estas tecnologías nefastas y se eleven radicalmente los precios del gas y el petróleo. Garantiza la utilización de cientos de miles de policías y militares en la represión de vecinos de comunidades, molestos con las operaciones de extracción de gas y petróleo, y de ciudadanos indignados por los efectos políticos y económicos de estas reformas. Garantiza el escalamiento radical de la corrupción gubernamental y los contubernios con empresas extranjeras. Garantiza el debilitamiento de la Ley y la participación de la sociedad en las grandes decisiones nacionales. Garantiza la intervención abierta de policías y militares extranjeros, especialmente del país del norte, en los asuntos internos de México, tal como sucede ahora en Irak, Afganistán, Pakistán, Libia, Mali, Costa de Marfil.
La Nación mexicana ha sido derrotada por la miseria, la colonización de las mentes por la escolarización, los medios y el consumismo que representan Peña Nieto y los legisladores que aprobaron esta reforma energética; este fracaso fortalece la tiranía democrática que conduce la guerra contra la Naturaleza y el tejido social en nombre del consumidor insaciable. Gobiernos, como el de Peña Nieto, y congresos como el que le apoya, nacidos de la compra de los servicios especiales de las televisoras (inconfesables) y el voto de los miserables- nacidos del fraude electoral- no pueden producir reformas legítimas, benéficas en sentido alguno: sólo pueden hacer reformas chatarra que intoxican el ambiente económico, político y simbólico de México. Las reformas de Peña Nieto son reformas que dañan mucho a los bienes comunes y a las comunidades de este país: son reformas criminales, ecocidas, genocidas; son reformas inaceptables para las personas que aman el territorio y las culturas.
¡No a la reforma energética de Peña Nieto!
Miguel Valencia Mulkay