El "Crecimiento Verde", nuevo ardid (engaño) de la banca mundial.
Para ennegrecer las acciones "verdes", el "crecimiento verde".
El 10 de abril de 2013, la SEMARNAT organiza una Mesa de Trabajo Sectorial con el tema "Crecimiento Verde", dentro de los foros de consulta para la integración del Plan Nacional de Desarrollo 2013-2018; hacen presentaciones Alejandro Guevara Sanginés, de la Universidad Iberoamericana, Mireya Imaz Guispert, del PUMA de la UNAM, Ramón Ardavín Ituarte, del CESPEDES, Vanessa Perez Cirera, del WWF, Carlos Muñoz Piña del Centro Mario Molina. Demandaron el "verdecimiento" de actividades económicas tan intrínsecamente enemigas de la Naturaleza, como lo son: la extracción de petróleo y metales en gran escala, la producción de electricidad por medio de energía nuclear, carbón, gas, o grandes eólicas, el transporte en auto, avión o trenes de alta velocidad, la industria, la agroindustria, la urbanización, entre otras. Pidieron, como es ya costumbre académica, la búsqueda de una quimera: la aparición del unicornio; exigieron la creación de una guerra pacífica, de una oscura claridad, de un tonto inteligente, y la necesidad de creer en el oxímoron político; demandaron la creación de lo imposible: hacer verde al crecimiento económico, claro, con la seguridad de que este milagro no sucederá, pero, que el esfuerzo en promoverlo servirá bastante para adormecer a la sociedad y garantizar así, más años de vida a actividades que deberían desaparecer en el menor tiempo posible, por simple supervivencia. No analizaron, desde luego, la naturaleza, origen, historial del crecimiento, para sustentar la posibilidad de hacerlo verde. No mencionaron las fuerzas, los poderes que están detrás del crecimiento y su rechazo total a cualquier intento de frenarlo.
Olvidaron la desconexión habitual, en todo el mundo, entre las intenciones políticas y sociales verdes y los hechos y la práctica de la economía y del crecimiento; omitieron decir que el crecimiento del Producto Interno Bruto, el PIB, es un fetiche en cuyas propiedades mágicas confían los principales académicos, políticos y financieros del mundo, a pesar de que no hay prueba alguna que confirme sus supuestos beneficios para la humanidad; ignoraron deliberadamente mencionar que en las últimas cinco décadas, el crecimiento económico se consigue a costa de la Naturaleza y de la sociedad: mientras más crecimiento económico más ecosistemas en la ruina, más miseria en el mundo; omitieron comentar el muy avanzado desfondamiento de los ecosistemas de la Tierra, el agotamiento del Petróleo y los Metales Baratos, el fracaso de la ciencia y la tecnología en la solución de los enormes problemas que ellas mismas crean y el imperio mundial de la religión de la economía que invariablemente coloca en último lugar a las consideraciones ecológicas y sociales. Olvidaron mencionar la escandalosa desinformación en los asuntos ambientales existente en México, un factor que ayuda mucho a manipular la opinión de grandes porciones de la sociedad mexicana.
Desde luego, ignoraron que las reformas impuestas a la sociedad por el gobierno de Peña Nieto (la Laboral y la Educativa) y las que vienen (la de Telecomunicaciones, la Energética y la Fiscal) tienen por objeto hacer más de los mismo, pero, en una escala mayor: más carreteras, presas, aeropuertos, megaproyectos, industrias, urbanización; más autos, pesticidas, aviones, trailers, desarrollos turísticos; más productividad, desempleo, monopolios legales; más subsidios a las transnacionales, acuerdos de Libre Comercio; más inversiones catastróficas, para elevar el crecimiento a cualquier precio, sin consideración alguna para la riqueza natural o social de nuestro país. No hablaron de que este nuevo gobierno tiene planes de recurrir a tecnologías de muy alto riesgo para relanzar la decadente economía mexicana, como es el caso de los transgénicos, la extracción de petróleo en aguas profundas, la extracción de gas de esquisto o shale, por medio del fracking, la construcción de nuevas centrales nucleares, entre otras; no mencionaron que el tema verde o ambiental no tuvo relevancia alguna en los debates de las campañas electorales por la presidencia de la República en 2012. No comentaron que desde que entró en el TLC, la OMC y la OCDE, el Gobierno Mexicano no tiene otra función que aplicar dócilmente en nuestro país las órdenes y las consignas políticas de la banca mundial.
Defendieron con vigor este nuevo estratagema político de los grandes financieros del mundo, concebido en la misma inspiración del desvanecido desarrollo sustentable- también impuesto a los gobiernos- y con el cual se ganaron más de 20 años de omisión gubernamental frente a la devastación social y ambiental. Omitieron comentar que la crisis financiera y económica que inicia en 2008 obliga a los gobiernos del mundo a endurecer la guerra contra los pobres y la Naturaleza, para volver al crecimiento. Presentaron como innovador, un proyecto que oculta realidades muy retardatarias; buscaron una decoración, un maquillaje, para ocultar la miseria y destrucción que acarrea la sociedad de crecimiento. Buscaron un lavado de imagen para la consigna política que conduce a la rápida extinción de la especie humana. Olvidaron el hecho de que demandar un "crecimiento verde", entraña la defensa de lo indefendible: el crecimiento infinito en un planeta finito, algo imperdonable en egregios estudiosos del medio ambiente. Ignoraron el hecho de que proponer en nuestros días un Plan Nacional de Desarrollo es una clara señal de que volvemos a la doctrina básica del viejo PRI, a sus fracasados viejos axiomas políticos.
El "crecimiento verde", es una tentativa de engaño ante el evidente fracaso mundial del crecimiento, como solución a los grandes problemas climáticos, ambientales, ecológicos, culturales, sociales, económicos y políticos; es, también, una reacción del Sistema Mundial frente a la crítica a la sociedad de crecimiento, elaborada por grandes pensadores, como: Ivan Illich, EF Shumacher, Nicholas Georgescu Roeguen, Corneluis Castoriadis, Jaques Ellul, Clive Hamilton, Serge Latouche, Paul Aries, entre otros, y las acciones de los movimientos internacionales de decroissance, degrowth, decrescita, decrecimiento, descrecimiento. Se trata de una reacción frente a las propuestas de eliminar los índices numéricos en la conducción de los asuntos públicos, como el PIB, el IDH, el GPI, el ISS; de desintoxicar a la sociedad de sueños de progreso y desarrollo, y de ideas económicas, productivistas, consumistas, utilitaristas, impuestas por la nociva labor de la Escuela (incluyendo a la Universidad), los medios y el consumo de la cotidianidad de nuestros días; de despetrolizar nuestros modos de vida; desindustrializar y desurbanizar el territorio; desprofesionalizar y desglobalizar el mundo. Frente a la propuesta de impulsar una sociedad de descrecimiento.
Miguel Valencia Mulkay
ECOMUNIDADES, Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México.
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