En sus primeras declaraciones sobre desarrollo urbano, Miguel Ángel Mancera y Simón Neumann, secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, hablan de recuperar el Consejo para el Desarrollo Urbano Sustentable, CONDUSE, entidad que promovió entre 2008 y 2009 el Arq. Arturo Aizpuru, titular de la SEDUVIen esos años, con resultados bastante pobres, a pesar de su gran apertura. Los consejos son órganos consultivos o de gobierno que habitualmente están llenos de personas que representan muy poco a los ciudadanos comunes y que están muy dispuestas a ponerse al servicio del gobierno en turno o de los poderes fácticos; por su naturaleza dependiente de la voluntad gubernamental, por su carácter cerrado, excluyente, antidemocrático, los consejos normalmente están dominados por los poderes fácticos y operan como enemigos de los pueblos y las comunidades. Además, los consejos regularmente son enemigos de las organizaciones independientes, autónomas, no partidistas, auténticamente ciudadanas; normalmente sirven para ayudarle al grupo político y empresarial en el poder a imponerle a la sociedad sus ideas y proyectos económicos. No sirven para hacer los cambios que se necesitan en el tema.
Las consultas sobre desarrollo urbano
Desde hace décadas, las consultas de los gobiernos del Distrito Federal sobre el desarrollo urbano han sido una gran burla a la ciudadanía: un agregado de preguntas inanes, huecas o tendenciosas; un conjunto de falsas soluciones a la vivienda, la gestión del agua, las áreas verdes, el cuidado de los suelos periurbanos, los residuos, la movilidad, la protección de los tesoros arqueológicos, históricos y sobre todo, a la gestión del uso del suelo. Han sido un muestrario de promesas urbanísticas imposibles de cumplir y un catálogo de "palabras-amiba", o "palabras-plásticas" o "palabras-clave"en la propaganda política que sirven para explicar todo y nada, como son las palabras: "desarrollo", "crecimiento", "bienestar", "calidad de vida","ordenamiento", "espacio público", "participación ciudadana","gobernanza", "gobernabilidad", "seguridad", "protección ciudadana","competitividad", "productividad", a las que se añaden ahora las tramposas palabras y conceptos ambientalistas de"sustentabilidad", "crecimiento verde", "economía verde", "ciudad compacta".La coartada ecológica del urbanismo en el poder es la nueva cara del engaño gubernamental. Todas estas palabras ocultan el hecho de que el llamado"desarrollo urbano" ha sido históricamente un gran negocio de unos pocos a costa de la convivencia de la gran mayoría de los ciudadanos; a costa de la destrucción de la ciudad como creadora de cultura y lugar para tener una Buena Vida.
La situación del desarrollo urbano
En los últimos 30 años, en la Ciudad de México no han dejado de aumentar los tiempos promedio diarios de la movilidad urbana; no ha dejado de empeorar la calidad del agua, del aire, de los suelos, la salud de los bosques, la conservación de los tesoros arqueológicos, históricos, tradicionales; no han dejado de decaer las áreas verdes, los barrios y las colonias; no han dejado de aumentar los riesgos de catástrofe por eventos sísmicos, climatológicos(olas de calor, tormentas, inundaciones), sociales (pánicos ), económicos (desabasto, carestía de energéticos y alimentos básicos), o de salud. No ha dejado de aumentar la miseria y el hambre. Las infraestructuras que se han construido en este período han degradado enormemente la calidad de vida en la ciudad y la han puesto en grave riesgo de catástrofe. El gigantismo sólo beneficia a los que hacen negocio con él y engendra grandes calamidades. Es tal el hartazgo por la mala convivencia en esta urbanización infernal que llamamos Ciudad de México que los ciudadanos quieren huir de ella en todas las oportunidades que se les ofrecen, ya sea por fin de semana, puentes, o vacaciones. La "productividad"y la "competitividad" de las grandes empresas transnacionales han matado a esta ciudad, al convertirla en una gran fábrica, en un gran campo de concentración. Los intereses de las inmobiliarias, los industriales y las constructoras han estado siempre por encima de cualquier consideración ecológica o social. El urbanista Carlos Slim, el urbanista Daniel y otros de su tamaño deciden junto con ciertos académicos particularmente obsecuentes, la urbanización que debe tener la Ciudad de México.
La representación ciudadana
Nunca han existido foros adecuados para debatir pros y contras de los megaproyectos urbanos o para consensuar las grandes líneas políticas deldesarrollo urbano. Marcelo Ebrard impuso sus megaproyectos con la simulación de una Consulta Verde. El engaño de la "participación ciudadana"ha quedado cada día más claro; el objetivo ha sido abrir espacios políticos a los militantes de partidos y poder así dividir a los ciudadanos, ponerlos a unos contra otros y crear así una gran simulación de que se toma en cuenta las opiniones de los ciudadanos. Los consejos y los comités vecinales no representan a los ciudadanos, como tampoco los representan los organismos autónomos, como el IFE, IEDF, TEDF, entre otros. La consulta interinstitucional sólo puede considerarse como sustituto de una verdadera consulta ciudadana. Menos pueden considerarse a los académicos como mejores representantes de los ciudadanos. La subjetividad de los ejidos, las colonias y los barrios ha sido mediatizada por los partidos y las leyes que nos imponen. La Asamblea Legislativa del DF se ha convertido en un costoso aparato que está muy lejos de representar a la ciudadanía.
¡Deshacer el desarrollo urbano y rehacer la Ciudad de México!
Esta es la tarea más urgente que enfrentamos sus habitantes si es que queremos sobrevivir a las amenazas climáticas y energéticas que enfrentamos y a las calamidades que se gestan en este territorio debido a las obras que se han realizado en ella; desastres engendrados a consecuencia de los negocios público-privados que han creado el desarrollo urbano histórico; debido a la escandalosa corrupción e irresponsabilidad de los gobernantes que hemos tenido en las últimas décadas. Un cambio de esta naturaleza, la revolución urbanística que se necesita para eliminar al desarrollo urbano y determinar La Ciudad que Queremos, exige una gran alianza de organizaciones territoriales autónomas; reclama un intenso diálogo cara a cara entre los ciudadanos interesados en el rescate de la Ciudad de México. Nunca en la historia de esta ciudad ha sido más necesaria la intervención de los ciudadanos en los asuntos de la urbanización.
Miguel Valencia
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