Y estoy hecha pedazos. El 31 de diciembre del año pasado sufrimos un accidente automovilístico en la carretera Bacalar – Playa del Carmen, pasando el mediodía. Un Bora nos embistió brutalmente por atrás. Iba con exceso de velocidad. Todo fue tan rápido. Vueltas y vueltas, más vueltas, rebotando en la cabina de la combi. Y al salir, ver a mi hijito gritando y a mi hijita, tirada, agonizando. Todo fue tan rápido. Cumplir con el rito. Devolverla al Universo. Abrazarla. Besarla. Amarla. Despedirla. Todo fue tan rápido. Mi niña amada, de casi 17 años. Una semilla floreciente. Un radiante corazón comenzando a abrirse a la vida con toda la confianza y alegría de quien se sabe con las cualidades esenciales para estar en esta Tierra y, a pesar de todo, amar, reír y vivir. Su lema: "Vive. Ama. Ríe. Actúa." Mi niña amada, con su fresca carcajada girando como el color del girasol. Su profundo y brillante mirar hacia un mundo mejor. Tan hecha para esta vida. ¿Cómo no extrañarte?
A partir de ese momento, mi vida ya no es la continuación de lo que era. La de mi hijo, tampoco. Ni la de su papá, ni la de sus amigos, ni la de nuestra familia, ni la de nuestros amigos. Hay una gran fractura.
Somos una familia en duelo.
Ahora tenemos que juntar nuestros pedazos día a día a partir del profundo dolor para poder llegar a la noche. Para poder arribar a la vida. A partir del desconcierto total, del asombro del que no acabo de salir. Atorada en el asombro sin encontrar el hilo que me guíe de vuelta hacia la vida. A la vida como yo la entendía, cálida y amorosa, gozando cada instante de la adolescencia de mis hijos. Esa edad tan vulnerable y llena de alegría, esperanzas, sueños y desengaños, viviéndola contenida en el amor.
Sigo con la ilusión de despertarme y que todo esto sólo haya sido una pesadilla.
El conductor del Bora iba o dormido o borracho o drogado, o simplemente está loco. Un volante en manos de la irresponsabilidad.
¿Alcanzará a imaginarse el conductor la trascendencia del acto cometido con gran irresponsabilidad? ¿Tendrá la capacidad de imaginarse el Gran Dolor que sembró en mi corazón? ¿Cómo lo mutiló? ¿Se imaginará el Gran Dolor que sembró en mi hijo de 14 años? ¿Se imaginará la cantidad de lágrimas que he llorado, las veces que me he quedado ronca de tanto gritar, el tener que despertarme día a día con este vacío en mi corazón? Este desconcierto. ¿Se imaginará el conductor la manera tan dolorosa de trascender en nuestras vidas su gran irresponsabilidad?
Y ahora este terrible crimen. Y los 7 jóvenes, como flores pisoteadas. Dejando un gran dolor y una gran tristeza, también.
Somos una nación en duelo.
Me duele tanto este acto de gran irresponsabilidad. ¿Podrán imaginarse los asesinos las consecuencias interiores de su irresponsable actuar? ¿Se imaginarán el Gran Dolor que sembraron en el corazón de sus padres, de sus hermanos, de sus familiares, de sus amigos? ¿Se imaginarán cómo mutilaron los corazones de toda esta gente? ¿Los corazones de toda una nación? ¿Se imaginarán la cantidad de lágrimas que se han llorado y las veces que se han quedado roncos de tanto gritar, el tenerse que despertar día a día con este vacío en sus corazones? Este desconcierto.
Me siento rebasada por la imbecilidad al volante, por la imbecilidad portando armas, por la imbecilidad en el poder. La impunidad. No entiendo. No quiero entender. No entiendo el que no haya consecuencias. Y peor aún, no entiendo que no haya precauciones.
Exijo que se tomen medidas respecto al exceso de velocidad, que se reglamente como velocidad máxima 80km por hora, que el alcoholímetro sea obligatorio en todas las carreteras del país permanentemente. Me uno incondicionalmente a las demandas sociales de estos momentos.
Y es por honrar la memoria de mi Niña Preciosa que quiero llegar nuevamente a vivir, amar, reír y actuar.
Emilia, "Live. Love. Laugh. Act.", por siempre.
Urgen limites a la velocidad de los transportes en carretera y en la ciudad.
--
ECOMUNIDADES
Red Ecologista Autónoma de la Cuenca de México
No hay comentarios.:
Publicar un comentario