miércoles, 6 de julio de 2011

ALERTA CLIMÁTICA AUTÓNOMA: ¡INFORMACIÓN REAL SOBRE EL DESASTRE CLIMÁTICO!

ALERTA CLIMÁTICA AUTÓNOMA: ¡INFORMACIÓN REAL SOBRE EL DESASTRE CLIMÁTICO!

 

 

Julio 2011

 

En 2011, por tercer año consecutivo, con las primeras lluvias quedan inundadas nuevamente muchas zonas urbanas del país, principalmente, las viviendas de los más vulnerables. Además, grandes incendios forestales han devastado el país y empiezan a subir bastante (35%) los precios de los cereales, debido en parte, a los efectos climáticos en el mundo. En 2010, por la destrucción ocasionada por lluvias "atípicas", tormentas y huracanes, en Monterrey y otras ciudades y pueblos de diez estados del país, México perdió más de 400,000 millones de pesos (más de tres puntos del PIB; mientras más riqueza perdemos en estos desastres más se factura y desde luego, más aumenta el infausto PIB). En 1998, sufrimos en México incendios forestales particularmente destructivos; en los años siguientes batimos frecuentemente records de temperatura, sequía, precipitación pluvial, incendios forestales, deslaves, huracanes altamente destructivos; desde entonces, cada tres, cinco o diez años rompemos records climáticos.

 

El gobierno federal y los gobernadores de las zonas afectadas hoy nos vuelven a decir que se trata de lluvias "atípicas" y de "desastres naturales". Sin embargo, en estos días sucede en México lo que había sido previsto hace muchos años. Hace más de 15 años, científicos de varias partes del mundo, incluyendo a los integrantes del Panel Científico Internacional del Cambio Climático de las Naciones Unidas, pronosticaron eventos climáticos extremos en los siguientes años o lustros; advirtieron de la aparición de lluvias, granizadas, tornados, nevadas, sequías, huracanes, tifones, más violentos, más "atípicos", como ahora los quiere llamar la Comisión Nacional del Agua. Advirtieron que con toda probabilidad, a consecuencia de estos eventos climáticos extremos, se presentarían grandes inundaciones, deslaves, incendios forestales, entre otras calamidades, que producirían una ingente destrucción de viviendas, bosques, cultivos, infraestructura e industrias. Anunciaron, antes de finalizar el siglo XX, los probables efectos inmediatos del desastre climático o calentamiento global y, además, confirmaron que esta grave alteración de los climas del mundo tiene su origen en las prácticas y tecnologías que se utilizan hoy en día en el mundo.

 

Desde hace más de 10 años, los más influyentes científicos, políticos y empresarios del mundo tenían ya muy buen conocimiento de estas advertencias científicas y de la relación estrecha de estos desastres con los efectos en la atmosfera de las modernas actividades económicas, como: la urbanización, la industrialización, la agroindustria y la ganadería, el transporte, el Libre Comercio y la Globalización. Desastres creados finalmente por la religión de la economía y el dogma del crecimiento económico. En años recientes, muchos científicos han confirmado el agravamiento del desastre climático y la probabilidad de que sean bastante peores sus consecuencias sobre la vida en la Tierra en las próximas décadas. Evidentemente,  sucederán en México en los próximos años calamidades mucho más destructivas, entre otras razones, porque desde hace cuando  menos diez años los gobiernos mexicanos no han lanzado una mínima Alerta Climática Nacional, con el fin de informar adecuadamente a la población del origen de estos eventos climáticos extremos y de sus tendencias, lo que permitiría reducir mucho los riesgos y la destrucción ocasionada por estos sucesos climáticos extremos; claro, no se hizo una Alerta Climática Nacional porque no se han querido hacer ni muy probablemente se harán pronto los cambios radicales, profundos, dolorosos, que se requieren para reducir o frenar estas calamidades largamente anunciadas; es bien sabido que  los grandes intereses políticos y económicos impiden los cambios necesarios a las caducas normas y obsoletos reglamentos de: construcción; agua potable, drenajes y tratamiento de agua; pavimentación, vialidades y transportes; residuos, descargas y emisiones; uso del suelo y desarrollo urbano; extracción, distribución y consumo de hidrocarburos; agricultura, ganadería y silvicultura; preservación de mares, ríos, lagos, lagunas, humedales, acuíferos, bosques, selvas; escolarización, medios y  propaganda; seguridad humana y democracia. No se quieren hacer cambios necesarios a las cargas tributarias y financieras, ni a los tratados y acuerdos internacionales, a la organización política y a la legislación, entre otros aspectos directamente relacionados con el desastre climático en marcha.

 

En efecto, muchos grandes negocios se hubieran venido abajo con estos cambios tan necesarios; muy probablemente, el sistema político dominante hubiera desaparecido ya en gran medida (sólo es cuestión de algunos años, para que desaparezca, pero, el que le siga puede ser mucho peor). No se puede esperar mucha responsabilidad de un sistema político que tiene una legislación caduca y que no representa realmente a sus ciudadanos. No se puede esperar mucho beneficio para la población de los gobiernos que tienen una vieja y estrecha dependencia con los grandes financieros. Tampoco se puede esperar mucho de una población que ignora tanto como ignora la población mexicana, embrutecida por las grandes televisoras.

 

No obstante, la vida, la salud y la economía de todo mundo en México están muy amenazadas por los eventos climáticos extremos y las consecuencias, sociales, económicas y políticas que vendrán en los próximos años debido al desastre climático mundial y otras amenazas similares, como: el Pico del Petróleo y el Pico de los Metales y, desde luego, el desastre financiero que se viene. Consecuentemente, es indispensable actuar colectivamente en la prevención de estos desastres causados por el consumo excesivo de electricidad, que es producida principalmente con carbón, y de gasolinas, que son producidas principalmente con petróleo. La electricidad y las gasolinas tendrán inevitablemente que volverse pronto muy caras, para desalentar su consumo, lo que cambiará radicalmente nuestras vidas. La supervivencia tendrá que ser muy diferente en México y en el mundo en las próximas décadas. Es necesario, entonces, estudiar ya, las debilidades de las viviendas, edificaciones, drenajes, cauces de arroyos y ríos, infraestructuras en general, para realizar o exigir su reconversión inmediata y reducir así, los riesgos que implican. Hay que hacer sacrificios, pero, nos espera una gran tarea para reconceptualizar y reestructurar toda la infraestructura en la que se apoya nuestra vida, así como redistribuir las cargas de trabajo y las responsabilidades sociales. Sin embargo, este cambio exige igualmente la reconceptualización y la reestructuración urgente del Estado y del Mercado que deberán reducir su importancia en nuestras vidas.

 

En vista de la formidable irresponsabilidad gubernamental, empresarial y académica, en lo que concierne al desastre climático en desarrollo, es necesario apelar a la responsabilidad de agentes sociales autónomos: l@s jefes de familia, las organizaciones locales independientes: vecinales, ejidales, comunitarias, para enfrentar esta emergencia mundial; para realizar la tarea urgente de alertar y movilizar a la población en torno a lo que significa esta terrible amenaza mundial: el desastre climático. Deberán apoyar esta tarea con información internacional autónoma, independiente, que se puede conseguir fácilmente por internet. A la Alerta Climática, deberán añadir obligatoriamente: la Alerta Energética y la Alerta Financiera. Estas amenazas inéditas se enfrentan con movilización, movilización y más movilización.

 

¡INFORMACIÓN REAL SOBRE EL DESASTRE CLIMÁTICO!

 

-- Miguel Valencia
ECOMUNIDADES 

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