viernes, 29 de abril de 2011

LA GUERRA SANTA DE FELIPE; LA CIUDAD QUE QUEREMOS: JEAN ROBERT

LA GUERRA SANTA DE FELIPE; LA CIUDAD QUE QUEREMOS: JEAN ROBERT
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La ciudad que queremos

Reflexiones sobre ecología urbana


Este es el primero de una serie de manifiestos sobre "la ciudad que queremos". En ellos, examinaremos varios aspectos de la convivencia entre ciudadanos, que es, en el sentido propio de la palabra, una ecología urbana.

Recordemos que ecología viene de la palabra griega oikos, que significa casa. La ecología urbana trata de la convivencia de los ciudadanos en esta gran "casa" que es la ciudad. Uno de los factores que afectan más profundamente esa convivencia es el sistema de transporte. En el presente manifiesto, examinaremos la contribución a la ecología urbana de los transportes y, en los siguientes, sucesivamente, de las calles y plazas, de los mercados y pequeños y medianos comercios, de la recolección de la basura y de las aguas usadas y, finalmente, de las barrancas.

El año pasado, compañeros nuestros pasaron parte de la Noche Buena en Buena Vista, en un campamento improvisado con urgencia en la esperanza de salvar parte de los árboles ubicados en las orillas de las cuatro vías que se juntan en la glorieta de entrada a la ciudad de Cuernavaca y de los cuales muchos serán o ya han sido sacrificados al babilónico distribuidor vial de tres niveles en construcción en este lugar. Este campamento navideño fue para esos compañeros una oportunidad de conversaciones interesantes con transeúntes que querían saber los motivos de su "necia" protesta. Estos diálogos permitieron esclarecer algunos malentendidos elementales sobre la ecología de la ciudad.

Ya que compañeros Guardianes de los Árboles encabezaban el plantón, la mayor parte de los transeúntes pensaron que la razón de la presencia ahí de nuestros compañeros era la defensa de los árboles. No era falso, pero no era todo. De hecho, los que iniciaron el campamento, eran comerciantes vecinos de Buena Vista que, con mucho sentido común, consideraron que las supuestas mejorías viales proyectadas por el municipio iban a empeorar sus condiciones de existencia. Que los ciudadanos miembros de las "elites" económicas acostumbrados a ver el mundo a través de un parabrisas - porque, desde la más temprana edad, pasaron parte de su tiempo con las nalgas pegadas al sillón del coche de papi o de mami - traten de imaginarse que, mañana, tendrán coches circulando a la altura de sus cuartos de dormir y que no podrán más cruzar la calle para encontrar a sus amigos del otro lado, porque los separará una rampa infranqueable. ¡No!, coches a la altura de sus ventanas es algo que los privilegiados no soportarían jamás y sólo pueden desear a los pobres comerciantes de Plan de Ayala o de Buena Vista.

Los que con toda razón nos calificaron de ecologistas no ven que la ecología es un concepto que, si bien abarca la defensa de los árboles, es mucho más amplio que eso. Cuando defendían el corredor ecológico Ajusco - Chichinautzin y, luego, el gran Bosque de Agua entre Tres Marías y Toluca, los biólogos de la universidad así como los activistas ecologistas denunciaban la destrucción ecológica que es consecuencia inevitable de la construcción de una autopista a través de un bosque. A partir de cierta dimensión e intensidad de tráfico, una vía a través de un bosque corta las relaciones de soporte mutuo que existen entre las plantas y entre los animales y, en términos generales, entre toda la flor y toda la fauna del bosque. Cualitativamente hablando, lo que queda después del corte es mucho menos que la suma de las dos mitades del todo anterior. Los ecologistas urbanos no se interesan sólo en la salud de los árboles inevitablemente afectados por un crecimiento del tráfico, sino también en las relaciones de soporte mutuo que existen entre la gente que era ribereña de una vía que se podía cruzar fácilmente. Por ejemplo, había tales relaciones de soporte mutuo entre, digamos, una señora que vendía tacos de un lado de la calle y una escuela que se encuentra del otro y cuyos alumnos eran clientes de la señora. Estas relaciones abarcaban por supuesto también lazos de amistad, como los que unen a Ana Iris y a su amiga Judith, separadas mañana por un flujo vehicular peligroso y casi infranqueable.
El urbanista Henri Lefebvre decía con razón que una vía rápida a través de una ciudad es una
sutura-cortadura: liga o relaciona en el sentido longitudinal y corta en el sentido transversal. En otras palabras, puede temporalmente aumentar la fluidez y la velocidad del tráfico en el sentido longitudinal – sobre la Avenida Zapata, por ejemplo, pero en el sentido transversal, corta despiadadamente el tejido vivo de la ecología urbana que es una trama fina y compleja de relaciones de soporte mutuo. Además, hay que insistir en que la ganancia de velocidad en el sentido longitudinal es temporal, ya que, al permitir el acceso a la ciudad a mayores flujos de vehículos, mañana, toda la vialidad de la ciudad se encontrará tan congestionada como en la actualidad, sólo que con un volumen de circulación mucho mayor. Los políticos que crecieron con las nalgas pegadas al asiento del coche de papi creen que todos son de su calaña y que los intereses particulares de los automovilistas corresponden a los intereses generales de la ciudadanía. La realidad es que nuestro país no es un departamento del "American way of life" ni una sucursal de Walmart o de Costco. Entre nosotros, las mayorías aun usan sus pies (eventualmente auxiliados por ruedas de autobuses) para desplazarse. No es retomar viejas controversias marxistas afirmar que proyectos como el que se está realizando en Buena Vista son armas en una guerra contra la subsistencia y la amenidad de la vida de la gente común. Podríamos decir que la construcción del "distribuidor vial" de Buena Vista es una etapa de la lucha de clases que los de abajo están perdiendo o una de estas revoluciones de los ricos contre los pobres que, bajo obsoletas retóricas revolucionarias, han caracterizado todo el siglo XX. Pero no somos estudiantes de ciencias políticas, sino ecologista, y es en el lenguaje de la ecología urbana que tenemos que argumentar.

La ciudad es un todo orgánico fundado en las relaciones de soporte mutuo de sus miembros, tal como lo es la naturaleza o, para tomar otro ejemplo, la lengua. Prohibir el uso de una lengua ancestral no es menos un crimen ecológico que destruir la naturaleza o disociar la convivencia urbana mediante un urbanismo desdeñoso de las calles, las plazas, los mercados. Siendo ciudadanos de un país en qué se hablan aún más de cincuenta lenguas nativas y donde existe todavía una bulliciosa vida callejera, sólo podemos defender un concepto de ecología que abarque la flor y la fauna, pero también la convivencia urbana y el mundo mental completo o la "epistemè" que es una lengua. Nos asociamos con los indígenas que reivindican su "habla del pueblo" o macehualli, pero nosotros hispanohablantes no olvidemos que nuestra forma de hablar, es decir de sentir, percibir y comprender el mundo, también se encuentra amenazada por un inaudito empobrecimiento de la lengua bajo el impacto de palabras de plásticos y otros desechos de terminajos científicos que de científico sólo tienen el sonido. Al respecto, la publicidad gubernamental en pro de las decenas de obras de "infraestructura vial" proyectadas en la región de Cuernavaca merecería estudiarse como ejemplo de decadencia lingüística en que palabras como bienestar, libertad de movimiento, derechos, bien común, unidad, economía o fuentes de trabajo llegan a designar lo contrario de lo que pretenden querer decir.

Como somos críticos constructivos, no queremos terminar este primer manifiesto de ecología urbana sin formular una propuesta concreta, inmediatamente factible.

Estamos cansados y de hecho escandalizados por la forma en que nuestras autoridades municipales toman decisiones a puertas cerradas y luego, practicando la política del hecho cumplido, las ejecutan sin acuerdo ciudadano y, en caso de protesta, con despliegues de fuerza. Por ello, proponemos crear en Cuernavaca una casa cívica que constaría de tres espacios principales:


  1. Una exposición permanente sobre la historia de la ciudad.

  2. Una sala de exposiciones temporales sobre los proyectos de obras públicas o de otras infraestructuras planeadas a corto, mediano o largo plazo en la ciudad.

  3. Una sala de conferencia para que el público pueda pronunciarse sobre la conveniencia de todas las obras que se plantea realizar con los fondos públicos, es decir sus fondos.


Al proponer material de reflexión sobre el pasado, un principio de publicitación de las obras futuras y lugares de debate en el presente que es la modalidad temporal de la política, pensamos haber elaborado una alternativa a cierta arbitrariedad gubernamental, al prevaricado y a la inaceptable exclusión de la ciudadanía - que en última instancia es el soberano – de los debates públicos. La casa ciudadana no necesita materializarse inmediatamente en un edificio particular. Un inicio de exposición sobre la historia de la ciudad ya existe en al Castillito. Varios edificios públicos se prestan a la exposición de proyectos y no necesitamos nombrar todos los espacios públicos adecuados para la organización de debates.

Pensamos inaugurar esta casa ciudadana aun fragmentada mediante una conferencia pública cuya fecha y cuyo lugar se anunciarán en tiempo oportuno.




 
 
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Miguel Valencia
ECOMUNIDADES 

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