martes, 15 de marzo de 2011

Lo que faltaba...



Desde hace unos 12 años denuncio en el desierto a mi colega de la Facultad de Química de la UNAM, el peligroso químico Mario Molina, (es ciudadano de EUA, por adopción) enviado a México al parecer por la universidad de Harvard (gobierno de EUA) para imponer los aberrantes criterios ambientales de las transnacionales gringas, muy especialmente, de los fabricantes de autos. Por espacio de mas de 12 años, Molina ha impuesto sus estrechos criterios ambientalistas en el deplorable y muy costoso programa Pro Aire de la Cuenca de México, con el fin de salvaguardar la venta de autos en los países empobrecidos como México; empobrecidos por los bancos y países poderosos del mundo, En este programa no existe el auto, solo existen los vehículos y los verdaderos impactos del auto son rigurosamente ignorados El gobierno federal y el gobierno del DF tienen  mas de 12 años honrando a Molina como enviado del cielo en materia de ecología; todos los centros ambientalistas mexicanos adoptan su nombre, como si fuera el Benito Juárez del Medio Ambiente.  Sus opiniones ambientalistas no pueden ser más desoladoras; puede ser un químico magnífico, pero, como defensor de la Naturaleza y conocedor del impacto ambiental del transporte es un excelente arriero de cabras. 

 

Ebrard necesitaba desesperadamente un apoyo científico, académico, para justificar sus absurdos proyectos de infraestructura de transporte urbano, pues han aparecido académicos que tímidamente ponen en duda los beneficios de estas obras (la Supervía); nuestra amiga Cristina Barros, todavía tiene mucha confianza en las universidades y los invita a tratar de decir la verdad de la movilidad urbana (ellos se mueren de miedo por su falta de apoyos conceptuales). Para poner en orden a estos temerarios académicos boquiflojos que se salen del dogma transportista impuesto en las universidades por los grandes intereses automovilísticos, Ebrard ha tenido que recurrir al Papa Ambiental  Mario Molina I, para que hable ex cátedra, urbi et orbi, y espectore, como dice Jalife, lo siguiente:    "promover medios de transporte eficaces y amigables con el medio ambiente, como la Supervía Poniente que forma parte de un "plan inteligente, integral y bien pensado".

"No se trata de construir segundos pisos solamente", sino de generar las condiciones para que se agilice la circulación, particularmente del transporte público y que se restrinja, mediante el peaje, el uso de automóviles particulares.

 

Conmovedor en su patética simplicidad científica. Con estas genialidades podemos dormir tranquilos: está garantizado que aumentarán los tiempos y distancias recorridas diarias promedio de la población del Valle de México: cada año, en los próximos años; paralelamente aumentarán bastante en esta región: las muertes y enfermedades derivadas de la contaminación del aire y de los accidentes de auto; aumentarán mucho  el consumo de  gasolina, los congestionamientos de transito, las emisiones de efecto invernadero, y desde luego, la construcción de supervías sobre las supervías; de segundos pisos sobre los terceros pisos; en fin que la vida en la ciudad en los próximos años estará de pelos, de maravilla.

 

Con estos genios al servicio de los gobiernos, no necesitamos sino mas telenovelas y programas del Big Brother y bastante opio, para soñar mejor. Por favor, sálvanos de la ciencia molinística Tlaloc, Huitzilopochtli! ¿Quién podrá decirle al pueblo que el Rey va desnudo?

 

Miguel Valencia Mulkay


 

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