Hedelberto López Blanch
El uso creciente de cultivos para producir biocombustibles, en sustitución de la gasolina, han demostrado que sería como un crimen contra la humanidad pues conllevarían el incremento del hambre
Cada vez son más personalidades y organizaciones internacionales que rechazan la utilización de los alimentos agrícolas para convertirlos en combustible debido a los graves problemas que conllevan para la población mundial.
Jean Ziegler, relator especial de la Organización de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, calificó el uso creciente de cultivos para producir biocombustibles, en sustitución de la gasolina, como un crimen contra la humanidad pues conllevarían el incremento del hambre.
Ziegler señaló que convertir comestibles -quemar maíz, soja y azúcar- en carburante, reúne los ingredientes para convertirse en desastre, y llamó a vetar esa práctica por cinco años, tiempo suficiente para que los avances tecnológicos permitirán buscar nuevas alternativas energéticas.
En Estados Unidos, los granjeros han dejado de cultivar trigo y soya para producir maíz y después convertirlo en etanol.
El alcohol para uso industrial y automotor (etanol) se extrae de la fermentación de azúcares o del almidón de la biomasa del maíz, cebada, mijo, girasol, sorgo, centeno, tártago, mandioca y avena, así como de desechos agrícolas y forestales, con el fin de utilizarlo en maquinarias y equipos.
El economista holandés Hendrik Vaneeckhaute denunció que el aumento espectacular de la demanda de agrocombustibles provocado por las autoridades europeas y norteamericanas, está causando deforestación, erosión, incendios forestales, aumento del modelo agroindustrial (más consumo de hidrocarburos por la maquinaria y el transporte), aumento del uso de pesticidas, fungicidas, herbicidas y abonos químicos, concentración de tierras, desplazamiento forzoso, aumento de violencia contra la población indígena y campesina, represión sindical, aumento del uso de semillas genéticamente manipuladas, extensión de trabajo precario, más hambre, incremento del consumo de agua y menos tierras dedicadas a la producción de alimentos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) aseguraron que el rápido crecimiento de la industria mundial de los biocombustibles mantendría los precios de las materias primas agrícolas en niveles altos durante la próxima década, debido a que impulsarán la demanda de granos, oleaginosas y azúcar.
La OCDE y la FAO señalaron que los biocombustibles tendrían un gran impacto sobre el sector agrícola entre 2007 y 2016.
Un alza en espiral en el precio de los alimentos será el colofón final de la producción masiva de afrocombustibles, indican ambas organizaciones en el informe denominado Perspectivas de la Agricultura.
Si bien es cierto que los alimentos han aumentado su valor en los últimos tiempos en los mercados internacionales debido a los cambios climáticos, sequías, incremento del barril de petróleo y baja producción en numerosos países, ahora también se une la furia estadounidense y europea de fabricar etanol en grandes cantidades.
La OCDE señaló que a mediano plazo se elevarán considerablemente los precios de los alimentos en los mercados internacionales, a niveles mayores del promedio de los últimos 10 años, lo que significará una subida entre 20 % y 50% durante la próxima década.
Por carácter transitivo, señaló, subirán considerablemente los precios de los productos ganaderos, ante los mayores costos de los alimentos de consumo animal.
Peter Mandelson, comisionado de Comercio de la Unión Europea, precisó que Europa debe actuar para impedir que un crecimiento en la producción de biocombustibles fomente la destrucción de bosques tropicales, ya que esas naciones deberán dedicar el 18 % de sus terrenos para obtener el 10 % del combustible en 2020 sobre la base de materias vegetales.
La situación preocupa hasta a las grandes compañías transnacionales de alimentos como la Nestle, cuyo presidente, Peter Brabeck sentenció que el creciente recurso a las materias primas alimentarias para la producción de biocarburantes pone en peligro el abastecimiento de alimentos para la población del mundo.
"Si se quiere cubrir el 20 % de la necesidad creciente de productos petroleros con biocarburantes, como está previsto, no habrá nada que comer", declaró el directivo del gigante suizo, en una entrevista publicada por el semanario NZZ am Sonntag.
El fenómeno de los biocarburantes ha hecho subir los precios del maíz, la soja y el trigo, las tierras cultivables son escasas y el agua también está amenazada, declaró Brabeck, antes de subrayar que para obtener un litro de bioetanol se necesitan 4 000 litros de agua.
En ese sentido, la OCDE puntualizó que, para sustituir el 10% de la demanda actual de combustibles de la UE, habría que dedicar el 70 % de la superficie agrícola europea.
Alemania es el mayor productor del agrodiesel (de colza y girasol) en Europa, produciendo casi 2 000 millones de litros, y cubre con ello apenas el 2 % del consumo de diesel en su territorio, para lo cual dedica el 10 % del área total cultivada. La gran necesidad en Europa (y en EE.UU.) implica la importación de agrocombustibles de países del tercer mundo como son Colombia e Indonesia.
Como en Europa el consumo de diesel es mayor que el de gasolina, se trata sobre todo de importación de agrocombustibles biodiesel como el aceite de la palma africana.
Este cultivo tiene un impacto devastador en los países productores al desmontarse y quemarse grandes extensiones de bosques vírgenes para sus cultivos, además del uso de abonos químicos.
"¿De dónde saldrá el agua para cultivar alimentos que nutrirán a una población mundial creciente si se desvía para la producción de cereales que sirven para los biocarburantes", se interrogó por su parte David Trouba, portavoz del Instituto Internacional del Agua en Estocolmo (SIWI).
En 2050, según el SIWI, la cantidad de agua necesaria para la fabricación de biocarburantes equivaldrá a la requerida por el sector agrícola para alimentar al conjunto de la población mundial.
La FAO señaló que los productos alimenticios subieron 23 % a nivel mundial entre el 2006 y 2007. Los granos aumentaron un 42 %, los aceites 50 % y los lácteos un 80 %.
Sería interminable enumerar o comentar el enorme número de organismos y personalidades que cada día se suman a cuestionar y demostrar que los biocombustibles se están convirtiendo en una seria amenaza para la supervivencia de la humanidad al incrementar los desastres climáticos, así como las necesidades de agua y de productos alimenticios para la población mundial.
En conclusión, sería mejor denominar a esta modalidad, biohambre ó biodestrucción en vez de biocombustible.
Jean Ziegler, relator especial de la Organización de Naciones Unidas para el derecho a la alimentación, calificó el uso creciente de cultivos para producir biocombustibles, en sustitución de la gasolina, como un crimen contra la humanidad pues conllevarían el incremento del hambre.
Ziegler señaló que convertir comestibles -quemar maíz, soja y azúcar- en carburante, reúne los ingredientes para convertirse en desastre, y llamó a vetar esa práctica por cinco años, tiempo suficiente para que los avances tecnológicos permitirán buscar nuevas alternativas energéticas.
En Estados Unidos, los granjeros han dejado de cultivar trigo y soya para producir maíz y después convertirlo en etanol.
El alcohol para uso industrial y automotor (etanol) se extrae de la fermentación de azúcares o del almidón de la biomasa del maíz, cebada, mijo, girasol, sorgo, centeno, tártago, mandioca y avena, así como de desechos agrícolas y forestales, con el fin de utilizarlo en maquinarias y equipos.
El economista holandés Hendrik Vaneeckhaute denunció que el aumento espectacular de la demanda de agrocombustibles provocado por las autoridades europeas y norteamericanas, está causando deforestación, erosión, incendios forestales, aumento del modelo agroindustrial (más consumo de hidrocarburos por la maquinaria y el transporte), aumento del uso de pesticidas, fungicidas, herbicidas y abonos químicos, concentración de tierras, desplazamiento forzoso, aumento de violencia contra la población indígena y campesina, represión sindical, aumento del uso de semillas genéticamente manipuladas, extensión de trabajo precario, más hambre, incremento del consumo de agua y menos tierras dedicadas a la producción de alimentos.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) aseguraron que el rápido crecimiento de la industria mundial de los biocombustibles mantendría los precios de las materias primas agrícolas en niveles altos durante la próxima década, debido a que impulsarán la demanda de granos, oleaginosas y azúcar.
La OCDE y la FAO señalaron que los biocombustibles tendrían un gran impacto sobre el sector agrícola entre 2007 y 2016.
Un alza en espiral en el precio de los alimentos será el colofón final de la producción masiva de afrocombustibles, indican ambas organizaciones en el informe denominado Perspectivas de la Agricultura.
Si bien es cierto que los alimentos han aumentado su valor en los últimos tiempos en los mercados internacionales debido a los cambios climáticos, sequías, incremento del barril de petróleo y baja producción en numerosos países, ahora también se une la furia estadounidense y europea de fabricar etanol en grandes cantidades.
La OCDE señaló que a mediano plazo se elevarán considerablemente los precios de los alimentos en los mercados internacionales, a niveles mayores del promedio de los últimos 10 años, lo que significará una subida entre 20 % y 50% durante la próxima década.
Por carácter transitivo, señaló, subirán considerablemente los precios de los productos ganaderos, ante los mayores costos de los alimentos de consumo animal.
Peter Mandelson, comisionado de Comercio de la Unión Europea, precisó que Europa debe actuar para impedir que un crecimiento en la producción de biocombustibles fomente la destrucción de bosques tropicales, ya que esas naciones deberán dedicar el 18 % de sus terrenos para obtener el 10 % del combustible en 2020 sobre la base de materias vegetales.
La situación preocupa hasta a las grandes compañías transnacionales de alimentos como la Nestle, cuyo presidente, Peter Brabeck sentenció que el creciente recurso a las materias primas alimentarias para la producción de biocarburantes pone en peligro el abastecimiento de alimentos para la población del mundo.
"Si se quiere cubrir el 20 % de la necesidad creciente de productos petroleros con biocarburantes, como está previsto, no habrá nada que comer", declaró el directivo del gigante suizo, en una entrevista publicada por el semanario NZZ am Sonntag.
El fenómeno de los biocarburantes ha hecho subir los precios del maíz, la soja y el trigo, las tierras cultivables son escasas y el agua también está amenazada, declaró Brabeck, antes de subrayar que para obtener un litro de bioetanol se necesitan 4 000 litros de agua.
En ese sentido, la OCDE puntualizó que, para sustituir el 10% de la demanda actual de combustibles de la UE, habría que dedicar el 70 % de la superficie agrícola europea.
Alemania es el mayor productor del agrodiesel (de colza y girasol) en Europa, produciendo casi 2 000 millones de litros, y cubre con ello apenas el 2 % del consumo de diesel en su territorio, para lo cual dedica el 10 % del área total cultivada. La gran necesidad en Europa (y en EE.UU.) implica la importación de agrocombustibles de países del tercer mundo como son Colombia e Indonesia.
Como en Europa el consumo de diesel es mayor que el de gasolina, se trata sobre todo de importación de agrocombustibles biodiesel como el aceite de la palma africana.
Este cultivo tiene un impacto devastador en los países productores al desmontarse y quemarse grandes extensiones de bosques vírgenes para sus cultivos, además del uso de abonos químicos.
"¿De dónde saldrá el agua para cultivar alimentos que nutrirán a una población mundial creciente si se desvía para la producción de cereales que sirven para los biocarburantes", se interrogó por su parte David Trouba, portavoz del Instituto Internacional del Agua en Estocolmo (SIWI).
En 2050, según el SIWI, la cantidad de agua necesaria para la fabricación de biocarburantes equivaldrá a la requerida por el sector agrícola para alimentar al conjunto de la población mundial.
La FAO señaló que los productos alimenticios subieron 23 % a nivel mundial entre el 2006 y 2007. Los granos aumentaron un 42 %, los aceites 50 % y los lácteos un 80 %.
Sería interminable enumerar o comentar el enorme número de organismos y personalidades que cada día se suman a cuestionar y demostrar que los biocombustibles se están convirtiendo en una seria amenaza para la supervivencia de la humanidad al incrementar los desastres climáticos, así como las necesidades de agua y de productos alimenticios para la población mundial.
En conclusión, sería mejor denominar a esta modalidad, biohambre ó biodestrucción en vez de biocombustible.
(Fuente: Prensa Albatros Comodoro 8/04/08)
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