viernes, 19 de febrero de 2010

Entrevista con Serge Latouche::: Periódico Diagonal


Entrevista a Serge Latouche, profesor en la Unversidad de París y uno
de los impulsores del movimiento por el decrecimiento

La dinámica del crecimiento es la dinámica de las desigualdades sociales


Diagonal


“La necesidad de romper con el crecimiento, la ideología del
crecimiento y la sociedad del crecimiento” es la base de la teoría del
decrecimiento, de la que Serge Latouche es uno de sus impulsores.

DIAGONAL: ¿Qué relación hay entre la idea de decrecimiento y la
crítica del concepto de desarrollo?

SERGE LATOUCHE: ‘Desarrollo’ y ‘crecimiento’ son dos palabras que
suelen utilizarse indistintamente, aunque existan matices.
Generalmente, cuando hablamos de ‘desarrollo’ pensamos en los países
del Sur, mientras que cuando hablamos de ’crecimiento’ nos referimos
más bien a los países del Norte, pero en cualquier caso es siempre la
misma lógica de la acumulación, de la utilidad. Después de la caída
del muro de Berlín, se pone en marcha lo que llamamos la
mundialización, es decir, la mercantilización del mundo: el mercado
único con un pensamiento único. Y entonces, en ese momento, el
desarrollo, como un proyecto del Norte hacia al Sur, pierde su sentido
ya que sólo hay una economía de mercado: es la lógica del mercado la
que es la misma en todas partes. Y curiosamente, el desarrollo no
desaparece del horizonte: retoma una nueva vida con la adición del
adjetivo "sostenible", porque al mismo tiempo el mundo está unificado
pero es alcanzado por la crisis ecológica. Y para afrontar la crisis
ecológica sin modificar fundamentalmente el funcionamiento del sistema
encontramos esta estrategia verbal, esta extraordinaria invención
lingüística del “desarrollo sostenible”, un bonito oxímoron. Es para
oponerse al “desarrollo sostenible”, que se convertía en la ideología
dominante de la globalización, para lo que hemos utilizado este
eslogan de “decrecimiento”. Este concepto refleja que lo que está en
cuestión es la sociedad del crecimiento, la cual hay que volver a
cuestionarse para no caer en la trampa de “otro crecimiento”, como los
expertos en desarrollo caían en la trampa de “otro desarrollo”.

D.: Cuando hablamos de decrecimiento suele pensarse que se trata de
invertir el problema ecológico sin prestar suficiente atención a las
desigualdades sociales. ¿Es así?
S.L.: No, la sociedad de crecimiento es una sociedad de desigualdades.
La dinámica del crecimiento es la dinámica de las desigualdades
sociales. Siempre ha estado ligado a una dinámica de desigualdades
sociales, en parte ocultadas en el Norte durante 30 o 40 años por
culpa de la explotación masiva de los recursos naturales de países
lejanos, pero ahora podemos ver claramente que, a partir de las
primeras crisis de 1974-75, la dinámica de las desigualdades nunca ha
sido tan fuerte.

D.: Entonces, ¿este decrecimiento debería producirse de la misma forma
en el Sur que en el Norte? ¿Deberíamos decrecer al mismo ritmo en los
distintos países del Norte?
S.L.: Claramente no. Detrás del eslogan de decrecimiento y su
correspondiente ruptura con la sociedad de crecimiento está la
apertura en positivo a proyectos extremadamente diversos que
simplemente tienen en común proyectos de sociedad austera, de no ser
sociedades de despilfarro, de sobreconsumo, etc. Pero ser una sociedad
austera para un país africano quiere decir producir y consumir más,
porque no están actualmente en la situación de austeridad, están por
debajo de ella. Para nosotros, es evidente que tenemos que producir y
consumir menos dependiendo de cada país, incluso entre los países del
Norte. Es evidente que el proyecto de una sociedad de decrecimiento es
una etiqueta que constituye todavía un proyecto por definir. Es un
proyecto esencialmente político. Corresponde a la sociedad, de la
forma más democráticamente posible, decidir lo que quiere hacer y lo
que quiere producir y consumir, respetando siempre los equilibrios de
la naturaleza. En ese sentido existe un enorme terreno para
desarrollar.

D.: ¿Qué líneas podrían definir la práctica del decrecimiento? ¿Podría
tratarse de un ‘keynesianismo verde’ o de ‘New Deal Verde’?
S.L.: De ninguna forma. Porque el ‘New Deal Verde’ es también
típicamente otro oxímoron, es decir, el deseo de no querer salir de la
lógica del sistema, de volver a parchear el sistema. Podemos precisar
lo que yo llamaría “los fundamentos de la sociedad de decrecimiento”
en negativo con respecto a la sociedad de crecimiento. Es lo que he
tratado de formalizar a través del círculo virtuoso de las ocho ‘R’:
reevaluar, reconceptualizar, reestructurar, redistribuir, relocalizar,
reducir, reutilizar, reciclar. Más allá, esto nos da un horizonte
suficientemente ancho, pero en el seno de este horizonte, la etapa
ulterior depende de cada sociedad. Esto es, de qué programa político
concreto nos dotamos para avanzar hacia ese horizonte de una sociedad
de anticrecimiento o de no crecimiento y de democracia ecológica.

D.: En un contexto de crisis, la palabra ‘decrecimiento’ puede estar
asociada a la pérdida de empleos.
S.L.: Es cierto, pero es al contrario. El decrecimiento, a diferencia
del crecimiento negativo o de la crisis, consiste precisamente en
salir de esa lógica que condena, de forma obligatoria, a destruir el
planeta para crear empleos. A través del decrecimiento, al contrario,
crearíamos empleos salvando al planeta; no sólo porque lo reparamos,
sino también porque al reducir nuestro consumo, tendremos que producir
menos, y teniendo que producir menos, tendremos que trabajar menos.
Así, trabajamos menos, pero trabajamos todos. Lo primero que tenemos
que repartir es el trabajo, frente al sistema totalmente absurdo en el
que hoy vivimos, en el que incluso en Francia hemos suprimido las 35
horas y los trabajadores hacen 40, 50 o incluso 60 horas, mientras que
otras personas que querrían trabajar un poco, no pueden hacerlo. Por
otra parte, otras propuestas del decrecimiento, como el regreso a una
agricultura tradicional y ecológica conllevará la creación de millones
de empleos en este sector. La utilización de energías renovables
también los creará, al igual que el sector de la reparación y del
reciclaje. Algunos incluso piensan que llegaremos a una situación
invertida en la que existirán demasiados empleos y faltará mano de
obra, porque evidentemente, al no utilizar más el extraordinario
potencial energético del petróleo (no hay que olvidar que un bidón de
30 litros de petróleo es el equivalente del trabajo de un obrero
durante cinco años), por lo tanto, si ya no nos queda petróleo habrá
que trabajar más. Pero tampoco tendremos que trabajar mucho más,
porque reduciremos nuestras necesidades, las cuales trataremos de
satisfacer sin trabajar demasiado porque también es muy importante no
trabajar demasiado. Trabajar demasiado es muy malo.

D.: La idea de decrecimiento parece estar atrayendo la atención de
cada vez más gente.
S.L.: Esto es algo que he constatado, es un hecho, aunque hayamos
partido de la nada. El motivo es que, como decían Marx y Engels, los
hechos son testarudos. Nos enfrentamos a verdaderos problemas y, como
decía Lincoln, se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos
algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo: en este
sentido, por ejemplo, todos los días estamos viendo noticias sobre el
cambio climático, la desertificación, etc. Podemos seguir diciendo
alegremente que la ciencia resuelve todos los problemas, pero podemos
comprobar que la ciencia no ha resuelto nada sobre estas cuestiones.
Por lo tanto las personas se están haciendo cada vez más preguntas y
buscan alternativas porque están inquietas por ellas mismas, por sus
hijos, etc. Y cuando ven todo lo que pasa y oyen lo del decrecimiento
se dicen a sí mismos: “En el fondo estas personas tienen razón: es
cierto que no podemos crecer indefinidamente en un planeta que es
finito, lo que proponen es de sentido común”. Estas son reacciones con
las que nos encontramos todos los días.

D.: Carlos Taibo acaba de publicar En defensa del decrecimiento, en el
que advierte seriamente acerca del peligro de que pueda surgir una
especie de “ecofascismo”. ¿Las opciones se limitan por tanto a
decrecimiento o barbarie, tal como titula su libro Paul Ariès?
S.L.: Me temo que así es. Las opciones son: decrecimiento, fin del
mundo y barbarie. Y de hecho tampoco tienen porque ser opciones
absolutamente exclusivas: la barbarie puede ser la antesala del fin o
la amenaza del final puede conllevar la barbarie… Si no logramos
construir una sociedad de decrecimiento, de sobriedad voluntaria,
basada en una autolimitación, iremos efectivamente hacia la barbarie.
Porque la gestión de un medioambiente degradado por parte del
capitalismo sólo puede darse mediante una transformación del
capitalismo en una forma de autoritarismo extremamente violento, duro,
que de hecho ha sido bastante bien explorado por la ciencia-ficción.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/Salir-de-la-sociedad-de.html

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